La presidencia alemana del G20
reúne en Berlín a líderes de opinión mundiales en la cumbre Think20. Entre
ellos, 13 economistas con un claro llamamiento para el establecimiento de un
precio global para las emisiones.
La cumbre Think20 es un
foro para líderes de opinión de todo el mundo en la lucha contra el hambre, el
cambio climático y la desigualdad, y está organizado por la presidencia alemana
del G20 en Berlín. En esta ciudad se han gestado algunas revoluciones
empresariales. Trece economistas de prestigio internacional han venido ahora
aquí a proponer otra. Su objetivo es conseguir que se establezca un precio
realista, relevante y global para el CO2.
Hasta ahora existen diferentes sistemas regionales
de comercio de emisiones, pero los precios son demasiado bajos para que se
logren cambios significativos. El premio Nobel Joseph Stiglitz y el británico
Lord Nicholas Stern -que advirtió ya de las consecuencias del calentamiento
global hace más de diez años en el informe que lleva su nombre-, están
convencidos de que esto tiene que cambiar. Los dos presidentes de la “Comisión
de Alto Nivel para los Precios del Carbón” presentaron en Berlín un documento
inflamable que pretende encender el debate.
Entre
50 y 100 dólares por tonelada en 2030
El precio debe posibilitar el crecimiento de los
países emergentes sea cual fuere su actual nivel de desarrollo, pero
manteniéndose dentro de un rango prefijado para ser eficaz, explica Stern,
profesor de la Londos School of Economics. “Para mantener el calentamiento
global por debajo del objetivo de dos grados, fijado en París, el dióxido de
carbono debe tener, hasta 2020, al menos un precio de entre 40 y 80 dólares por
tonelada”, afirma Stern. Hasta 2030, esa franja de precios debería elevarse
hasta los 50 a 80 dólares, para hacer atractivas las inversiones en energías
renovables y eficiencia energética, añade.
La urgencia de la medida la aclara Stern con un
reproche a las centrales eléctricas proyectadas. “La infraestructura se doblará
en dos décadas en base a las actuales tecnologías sucias, alejando la meta de
los dos grados hasta hacerla inalcanzable”.
El
tren de la historia
En lugar de debatir sobre los costos del cambio
climático, Stiglitz y Stern pretenden mostrar el potencial de crecimiento
económico de una protección del clima efectiva. Y hay mucho que ganar, dijo
Stiglitz con la vista puesta en Trump, que rompió el consenso sobre el cambio
climático en la cumbre del G7, en Sicilia. El abandono de los combustibles fósiles
marcará la historia económica del siglo XX, dijo el profesor de la Universidad
de Columbia. A lo que Stern añadió que la tendencia se mantendrá a pesar de los
titubeos de Estados Unidos. China e India, por ejemplo, han conseguido, dijo,
reducir el precio de la electricidad gracias a la competencia de la energía
eólica y la solar.
El climatólogo Ottmar Edenhofer, del Instituto para
la Investigación del Impacto Climático de Postdam, destacó que los ingresos
estatales en los países en desarrollo gracias a la venta de emisiones de CO2
pueden utilizarse para la prevención de la pobreza. Para él, otros instrumentos
políticos pueden fortalecer el efecto de un precio efectivo para el CO2, pero
ninguno podría sustituirlo. “Sin un precio para el CO2, todo lo demás es igual
a nada”, resume.
El gobierno alemán, a través de Karsten Sach,
encargado de las cuestiones de cambio climático del Ministerio de Medio
Ambiente, se mostró favorable a la medida. “También creemos que el CO2 necesita
un precio global”, dijo. Si este compromiso se materializa en la práctica, lo
veremos tras las elecciones. El ejemplo de Alemania, además, ha demostrado que
una economía eficiente energéticamente puede ser también altamente competitiva.
El precio del CO2 se va a convertir, durante la presidencia alemana del G20, en
una pieza más de la ‘realpolitik’.
Autor: Richard Fuchs (LGC/
CP)
Deutsche Welle | 1 de junio, 2017
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