La cantera que una empresa de los Cotino explotó en Galicia sin que la Xunta le exigiese un aval acumula cinco años de peligroso abandono
El Monte Neme es una montaña mágica para los habitantes de
la Costa da Morte pero está herida por la minería
irresponsable. Este balcón natural que se asoma al
mar entre los ayuntamientos coruñeses de Carballo y Malpica, un lugar donde
leyendas y restos arqueológicos documentan la celebración de aquelarres de
brujas, acoge desde hace cinco años una cantera abandonada por una de esas
empresas que “vienen, expolian y se marchan”, en palabras del concejal de Obras
y Servicios de Carballo, Luis Lamas: “Es un ejemplo más del tratamiento colonial
que algunas empresas dan a Galicia”.
La cantera del Monte Neme fue explotada hasta 2012 por
Leitosa SAU, una filial ya extinguida del grupo valenciano Sedesa, propiedad de
la familia del político del PP Juan Cotino, exvicepresidente de la Generalitat
de Valencia y al que la fiscalía pide 11 años de cárcel por corrupción en la
organización de la visita del Papa en 2006. Según el Registro Mercantil, la
firma fue administrada entre 2006 y 2012, cuando entró en concurso de
acreedores, por Vicente Cotino Escribá, sobrino del dirigente popular e
imputado en el caso Gürtel. El pasado febrero Cotino Escribá llegó a
un acuerdo con la fiscalía en el que confiesa que financió
ilegalmente al PP a través
de empresas de la trama de Francisco Correa.
Leitosa extrajo cuarzo y áridos del Monte Neme sin que la
Xunta le exigiera un aval que garantizara la restauración de la zona al
terminar la producción. Lo que sí recibió la empresa de la Administración
autonómica fue más de medio millón de
euros en ayudas públicas.
Cuando quebró y sus gestores desaparecieron, la firma de los Cotino dejó tras
de sí un paisaje lunar, seis balsas de inquietantes lodos color turquesa y
restos de infraestructuras oxidadas. La regeneración ambiental del paraje
precisa una inversión de 1,5 millones de euros, según cálculos de la Cámara
Mineira de Galicia.
El estropicio de los Cotino en Monte Neme no cesó con la
desaparición de la empresa. En febrero de 2014 una de las balsas abandonadas
reventó y una lengua de 24.000 metros
cúbicos de residuos avanzó monte abajo hasta las aldeas de Aviño y Razo da
Costa, provocando daños valorados en 140.000 euros. Tras un pleito, la Xunta ha
conseguido que la justicia obligue a la aseguradora AXA a pagarle por aquel
desastre provocado por Leitosa algo más de 6.000 euros, pero los Ayuntamientos
de Carballo y Malpica aún siguen litigando para que se les abone también a
ellos el coste de los destrozos. El fallo firme que fija una indemnización para
la Administración autonómica también la exime de culpa en el accidente y
responsabiliza solo a la concesionaria de la explotación de la dejadez que dio
lugar al derrame.
La rotura de la balsa se produjo pese a las alertas
previas de Ayuntamientos y vecinos sobre el peligro que supone el estado en que
se encuentra la cantera abandonada. La Consellería de Economía asegura que tras
aquel vertido ejecutó obras “para garantizar la seguridad” y “mejorar la
estabilidad de los taludes durante la etapa invernal” y que en la actualidad
sigue realizando inspecciones. Lo que no explica la consellería es por qué la
empresa pudo explotar el Monte Neme sin aportar ningún aval que garantizara su
restauración y cuándo piensa el Gobierno gallego rehabilitar la zona con dinero
público ahora que ya no lo hará Leitosa.
El Ayuntamiento de Carballo sostiene que esa “actuación
mínima” de seguridad a la que alude la Xunta no ha acabado con el peligro que
suponen los escarpados taludes que jalonan los restos del yacimiento. “Hay unos
carteles prohibiendo el paso pero nada lo impide físicamente”, critica el
concejal Luis Lamas. Lo que sí descarta el gobierno local de Carballo es que el
líquido turquesa estancado en los huecos mineros sea peligroso. “Esas aguas
tienen una toxicidad natural por la composición del suelo, un alto contenido en
aluminio, pero no hemos detectado arsénico”, explica el concejal sobre los
análisis realizados en la zona.
En lo que semeja una burla del destino, el Gobierno
gallego llegó a incluir una imagen de las balsas mineras de Monte Neme en una
campaña de promoción turística de Galicia, como si se tratara de exóticas
lagunas naturales de aguas turquesa. Las protestas obligaron al departamento de
Turismo a retirar la fotografía y confesar el “error”. Hoy el peregrinaje de
curiosos a la cantera abandonada va a más y muchos de ellos, denuncian quienes
frecuentan el lugar, se ponen en peligro.
“Ves a familias y turistas apurando los taludes, que son
muy verticales, para hacerse un selfie. Es cuestión de tiempo que alguien caiga
a la balsa”, alerta Adrián Eirís, portavoz de la Plataforma pola Defensa de
Monte Neme y técnico en el Laboratorio de Enxeñería Cartográfica de la
Universidad de A Coruña, quien critica que la Xunta no haya perfilado los
taludes y vallado la zona como estaba previsto en el plan de obras posterior a
la rotura de la balsa. “Pese a que la realidad es que la cantera es un espacio
degradado, la gente divulga las fotos por las redes con tags como #nature o
#galifornia. Es un turismo de postureo y postverdad”.
DE LAS 'MEIGAS' A LOS ESPÍAS NAZIS
S. V.
El Monte Neme se eleva 385 metros sobre el mar, justo
encima de la playa de Razo-Baldaio, el segundo arenal más grande de Galicia.
Acoge un crónlech bautizado como la Eira das Meigas, donde según las leyendas
que circulan por Costa da Morte se reunían las brujas para sus aquelarres.
Durante la Segunda Guerra Mundial los nazis explotaron el volframio de su
subsuelo y la montaña adquirió entonces “importancia estratégica a nivel
mundial”, cuenta José Manuel Menéndez, de la asociación Senda Nova de Carballo.
Con el volframio llegaron el mercado negro y los espías.
“Hubo mucha gente que hizo mucho dinero en aquella época”, apunta Menéndez
sobre los vecinos que sisaban mineral a los nazis para vendérselo a los
ingleses. La explotación minera del monte continuó décadas después con el
cuarzo y los áridos de los Cotino, que gestionaron, a tan solo unos metros del
crónlech, la cantera ahora abandonada. Precisamente ahí, en la Eira das Meigas,
la Xunta ha colgado el cartel de “zona peligrosa”.
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