El
planteamiento verde de la política es una especie de celebración. Reconocemos
que cada uno de nosotros es parte de los problemas del mundo y también somos
parte de la solución. Los peligros y las posibilidades de curación no están
fuera de nosotros. Comenzamos a trabajar allí donde estamos. No hay
necesidad de esperar hasta que las condiciones sean ideales. Podemos
simplificar nuestras vidas y vivir de un modo que afirme los valores ecológicos
y humanos. Llegarán condiciones mejores porque hemos empezado [...] Por lo
tanto, puede decirse que la meta fundamental de la política verde es lograr una
revolución interior, "el reverdecimiento del yo".
Si hemos de evaluar los
movimientos sociales por su productividad histórica, por su repercusión en los
valores culturales y las instituciones de la sociedad, el movimiento ecologista
del último cuarto de este siglo se ha ganado un lugar destacado en el escenario
de la aventura humana. En los años noventa, el 80% de los estadounidenses y más
de dos tercios de los europeos se consideran ecologistas; es difícil que un partido
o candidato sea elegido para un cargo sin "reverdecer" su programa;
tanto los gobiernos como las instituciones internacionales multiplican
programas, organismos especiales y legislación para proteger la naturaleza,
mejorar la calidad de vida y, en definitiva, salvar la Tierra, a largo plazo, y
a nosotros, a corto plazo.