Internet y el cambio climático, entre las predicciones más acertadas de la conferencia que en 1968 imaginó 2018
Hace medio siglo, un mes después del asesinato de
Martin Luther King y de las sangrientas revueltas que desató, se reunieron
en los decadentes salones del hotel Hilton en Manhattan 800 personas, entre
ellos algunos de los pensadores más relevantes del momento, para pronosticar el
futuro. Y ninguno habló de tensión racial ni de injusticias
sociales, tal vez porque no tomó la palabra ninguna persona de raza negra, ni
nadie menor de 35 años. Pero ese futuro es exactamente hoy: Towards
the Year 2018 fue el libro que recogía las ponencias
presentadas en aquella conferencia de tres días organizada en 1968 con motivo
del 50º aniversario de la Foreign Policy Association y que esta semana ha recordado la revista The New
Yorker.
Ithiel de Sola Pool, fundador del departamento de Ciencia
Política del Massachussets Institute of Technology (MIT), especulaba con que
los gobiernos controlarían absolutamente la economía de las naciones,
incluyendo la tasa de industrialización, el PIB o el desempleo, una idea que a
ojos actuales parece encantadoramente ingenua. Pero más llamativos que los
tiros al poste son los aciertos. El mismo Sola Pool que se equivocaba sobre la
economía dio en la diana en un ámbito que parecía entonces mucho más especulativo.
El auge de los ordenadores, decía, permitirá la acumulación de datos personales
y la creación de archivos con un enorme poder de manipulación. "En 2018 un
investigador sentado ante una consola personal será capaz de cruzar datos de
compra (de los registros de las tiendas) con datos de cociente intelectual (de
los registros escolares) y empleo (de los registros de la Seguridad Social).
Tendrá esa capacidad tecnológica, pero ¿tendrá derecho legal a hacerlo?".
Cinco décadas antes de Facebook y Google, algunos ya predecían
no solo el surgimiento de Internet, sino de sus problemas para la privacidad. No sospechaban
que fuéramos a entregar nuestros datos (y nuestras opiniones y emociones) tan alegremente.
Los frutos agridulces de la tecnología preocupaban también al
meteorólogo Thomas Malone, que se preguntaba si no acabaríamos modificando
involuntariamente el clima al aumentar los niveles de dióxido de carbono.
Malone ha pasado los últimos 50 años viendo cómo su predicción se hacía
realidad; casi los mismos que ha tardado el planeta en tomárselo en serio.
Los invitados estaban divididos entre menores de 35 años y
mayores de 35. Entre los jóvenes estaba Michael Zweig, hoy catedrático emérito
de la Stony Brook University en Nueva York. En conversación con EL PAÍS, Zweig
reflexiona sobre el hecho de que, hoy en día, en una conferencia como aquella
sin duda hablarían jóvenes, negros, hispanos y mujeres: ese es un progreso.
"Pero ese progreso se ha producido absorbiendo a las minorías en ciertos
sectores de las clases dominantes, donde el racismo y el sexismo siguen
perjudicando a los recién llegados. Para la clase trabajadora, los
profesionales de clase media y los pequeños empresarios las cosas se han puesto
peor en lo económico, en lo político y en lo cultural". A pesar de todo,
Zweig sigue siendo un activista tan optimista como en 1968: "Si no, la
labor sería imposible".
Arthur Waskow, hoy rabino en el progresista Shalom Center de
Filadelfia, acudió a la conferencia como joven miembro de la Students for a
Democratic Society. En declaraciones a la revista The New Yorker, Waskow
recuerda que todas las predicciones que se hicieron, por acertadas o erróneas que
fueran, apuntalaban el capitalismo corporativo que sigue dominando el mundo
hoy: "Describieron un futuro en el que ellos seguían mandando".
Towards the Year 2018 puede
encontrarse en Amazon, de segunda mano, por casi 200 dólares (166 euros).
Circula sin despertar interés por las librerías de viejo desde 1970. Es lo que
tienen las proyecciones de futuro: muy pronto dicen más sobre el ayer que sobre
el mañana.
Así
será el futuro de la humanidad, según el MIT
Innovadores,
científicos, ingenieros y ciudadanos debaten durante doce horas acerca de
tecnología y ciencia, así como del futuro de la mente y el cuerpo humanos
En una entrevista publicada en 1935, el célebre
inventor Nikola Tesla vaticinaba
que en el siglo XXI, "los robots tomarán el lugar de la mano de obra
esclava de las civilizaciones antiguas […] liberando a la humanidad para perseguir
aspiraciones más elevadas”. Si bien Tesla realizó numerosas predicciones de
este tipo, unas más acertadas que otras,- no cabe duda que la capacidad de
visualizar el futuro y planificar nuestras acciones es una característica que
nos define como especie, casi tanto como los pulgares oponibles o el lenguaje.
En todos los paneles predominó una visión optimista y tecnocrática
en la que la medicina preventiva, la ingeniería genética y la tecnología de la
información serían las grandes protagonistas y principales fuentes de progreso
Siguiendo este espíritu de predicción y planificación, el
pasado sábado se celebraba la conferencia titulada The Future of People (el
Futuro de la Gente) en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus
siglas en inglés), en Boston (EE UU). Durante casi doce horas de paneles y
charlas, más de treinta científicos, ingenieros, inversores, periodistas,
sociólogos y emprendedores analizaron las tendencias en sus respectivos campos
para imaginar cómo será la humanidad del futuro.
Los distintos paneles se organizaron temáticamente para
tratar el futuro del cuerpo y la mente humana, la sociedad y el trabajo. En
todos ellos predominó una visión optimista y tecnocrática en la que la medicina
preventiva, la ingeniería genética y la tecnología de la información serían las
grandes protagonistas y principales fuentes de progreso.
Algunos de los ponentes destacaron por la audacia de sus
predicciones. Aubrey de Grey,
experto en medicina regenerativa, predijo que en el año 2050 la esperanza de
vida se extenderá hasta los 150 años gracias a la medicina preventiva, a la que
comparó con el mantenimiento intensivo de un coche clásico. Por su parte Jaron Lanier –a
quien se le atribuye la invención y popularización del término realidad virtual-
animó a perder el miedo a la inteligencia artificial aduciendo que esta se
encuentra muy lejos de poder superar al intelecto humano. El bioquímico Kevin Esvelt aseguró
que en poco tiempo la ingeniería genética permitirá erradicar enfermedades que
afectan a millones de seres humanos, como la malaria, gracias a la modificación
de las especies que las transmiten. Otras predicciones apuntaron a los avances
en ingeniería genética para posibilitar la eliminación de enfermedades
hereditarias y como elemento clave para la exploración espacial y la
colonización de Marte.
El inventor del término "realidad virtual" anima a
perder el miedo a la inteligencia artificial, porque se encuentra muy lejos de
poder superar al intelecto humano
Sin embargo, tanto los moderadores de los debates como el
propio público se mostraron mucho más escépticos y precavidos. Gracias a sus
preguntas, tras cada sesión se estableció un debate mucho más anclado en la
realidad en el que se abordaron cuestiones controvertidas como el acceso
universal a los adelantos en salud y los beneficios de la tecnología, la
preocupación por la pérdida de empleos debido a la automatización o los riesgos
de la aparición de una nueva eugenesia que
lleve en última instancia a violaciones de los derechos humanos.
Este tira y afloja entre el optimismo desbordante y el
miedo a lo desconocido estuvo presente desde la charla de apertura por parte
del escritor David Brin, quien atribuyó el auge del negacionismo científico
entre los ciudadanos más conservadores a la falta de dialogo social. Según
Brin, corresponde a los progresistas “dirigirse a sus conciudadanos y hablar
amistosamente con ellos utilizando sus mismas referencias culturales para
aliviar su miedo a la ciencia”.
Cerrando la brecha generacional
La conferencia fue organizada por estudiantes de la Sloan
School of Management (la escuela de negocios de MIT), patrocinada por Openmind y
dirigida por Lea Peersman Pujol, una estudiante española de MBA en dicha
escuela. Según Peersman, su objetivo al idear este encuentro era dar voz a los
jóvenes para que puedan participar y tomar un papel activo a la hora de definir
su propio futuro.
Una parte importante del evento quedó en manos de los más jóvenes
para que pudieran expresar sus preocupaciones y expectativas
Por este motivo, una parte importante del evento quedó en
manos de los más jóvenes para que pudieran expresar sus preocupaciones y
expectativas. Un ejemplo fue el denominado Fastforward Challenge, un
ejercicio de imaginación en el que se invitó a los participantes a visualizar
su vida en cuestión de salud, trabajo, movilidad y energía en el año 2050.
Para cerrar el evento se cedió el escenario a una decena
de emprendedores y jóvenes
profesionales menores de 35 años quienes
presentaron sus proyectos y start-ups en áreas tan diversas como las energías
renovables, bioingeniería y el arte. Estos pioneros pusieron de manifiesto
durante su intervención que la edad no es una limitación cuando se cuenta con
talento y ganas de trabajar en un entorno capaz de estimular el emprendimiento.
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