sábado, 27 de febrero de 2016

Herramienta para políticas de Desarrollo Sostenible - Agora --- ¿Falta algún Objetivo de Desarrollo Sostenible? - Antonio Vives



Como continuación al establecimiento de los objetivos de desarrollo sostenible, UNDESA, el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, ha puesto en marcha recientemente una web para ayudar a los países en la consecución de los ODS, y tratar de armonizar la consecución de objetivos económicos, sociales y medioamentales. UNDESA, considera que es crítico identificar los vínculos que determinan los trade-offs y las sinergias en estas dimensiones.
Dividida en los apartados Ecónomico, Social y Medioambiental, la web “Modeling Tools for Sustainable Development Policies” ofrece una plataforma interactiva para analistas y según los promotores, ofrece modelos y permite la recopilación de datos para la mejora continua en este ámbito.

Así por ejemplo, en el ámbito económico, se recoge una simulación sobre un impuesto sobre la gasolina, o simulaciones sobre el mix energético que puede proporcionar el acceso universal a la energía en un país. En el ámbito social se aporta por ejemplo un modelo económico que sondea los vínculos entre el crecimiento proyectado y el logro de los objetivos de educación, salud y saneamiento. Las simulaciones sugieren que el crecimiento económico facilita en gran medida el logro de los objetivos sociales y que, en su ausencia, la carga financiera de las políticas  aumenta  dramáticamente.
Un ejercicio de microsimulación complementario traza sus efectos
 sobre la pobreza y la distribución del ingreso.

En la dimensión medioambiental se aportan datos de la relación entre el agua, la energía, el uso de la tierra y el clima ofreciendo información sobre los retos a los que puede enfrentarse un país en la consecución de los ODS relacionados.
Una herramienta muy útil que se irá enriqueciendo progresivamente con las aportaciones nacionales.
Puedes acceder a la herramienta aquí




¿Falta algún Objetivo de Desarrollo Sostenible?

Antonio Vives



ods
¡Como si no teníamos bastante con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, y sus 169 metas ahora viene el suscrito a decir que falta algo! Éramos muchos y parió la abuela.
Originalmente este artículo sobre el papel del sector privado en el logro los ODS se iba a cubrir en solo dos partes, pero después del análisis creo que falta un ODS y algunas metas. Después de quejarse (el suscrito y muchos otros) de que 17 objetivos y 169 metas eran muchos, preguntarse ahora si falta algo puede parecer contradictorio.  Pero sí, falta uno, el más importante.  Si se desea la participación activa del sector privado en sus logros es necesario un entorno legal e institucional que sea conducente a esa participación.
En dos artículos anteriores (Ia. Parte: ¿Pueden cumplir su objetivo? y IIa. Parte: ¿Qué pueden /deben hacer las empresas?) comentábamos la contribución que las empresas podrían hacer al logro de los ODS a través de acciones puntuales, ya sean a través del impacto de las actividades de su negocio tradicional o bien enfocando algunas actividades nuevas específicamente a potenciar el logro de alguno de ellos.  No obstante, estas contribuciones, si bien importantes, en el conjunto de sus posibilidades son marginales.  Las empresas pueden hacen una contribución más significativa al desarrollo sostenible a través de la creación de empleo, de la provisión de bienes y servicios que la sociedad necesita para su desarrollo, a través del pago de impuestos para que los gobiernos cumplan con sus responsabilidades en el desarrollo sostenible.  Haciendo más y mejor lo que saben hacer bien.  Para ello es necesario que las empresas encuentren un terreno fértil para su operación, un clima de negocios conducente a su creación, operación y crecimiento.

Si bien a diferencia de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ODM, el sector privado tuvo alguna participación en el desarrollo de los ODS, éstos siguen siendo orientados por y para los gobiernos, aunque no asignen responsabilidades específicas a ninguna de las partes  El sector privado tiene un papel muy secundario.  Se desaprovecha una oportunidad de ponerlo como actor clave.
A lo mejor sí lo será en la tercera ronda de Objetivos a aprobarse en el 2030 (no, no habremos resuelto el problema de la pobreza ni logrado el desarrollo sostenible para ese entonces).  Y no es que una Asamblea General de la ONU, que es la que aprueba los objetivos de desarrollo, pueda dictar lo que debe hacer el sector privado, pero los gobiernos miembros sí pueden facilitar su participación, más allá de pedirla.
El objetivo global de los ODS es el desarrollo sostenible y en particular la reducción de la pobreza y de las desigualdades.  Son muchos los estudios que demuestran que la solución de estos problemas puede contribuir al crecimiento económico, a la convivencia social, a la equidad en el disfrute de los bienes comunes, etc.  Pero casi nunca se dice cómo se puede lograr.
Después de la aprobación de los ODS las empresas y sus organizaciones ya han comenzado a prepararse y tomar algunas medidas.  Por ejemplo, el World Business Council for Sustainable Development, WBCSD, desarrolló instrumentos para guiar a las empresas en la evaluación de sus posibles contribuciones a los ODS, (SDG Compass; Guide for business action on the SDGs) y en la reunión del Foro Económico Mundial en Davos el 20 de enero del 2016 el WBCSD, con el apoyo de algunas multinacionales, se anunció la creación de laGlobal Commission on Business and Sustainable Development, GCBSD, con el objeto de  “… investigar como las empresas que aúnen esfuerzos para eliminar la pobreza extrema y proteger los recursos naturales puedan lograr significantes beneficios económicos en el largo plazo y contribuir a lograr los ODS para el 2030” (Davos es un terreno muy fértil para el anuncio de iniciativas, esperemos que ésta tenga algún éxito a través de sus “investigaciones”).  El CEO de Unilever, Paul Polman, uno de los reconocidos líderes en sostenibilidad dijo en el anuncio que  los “ODS no se pueden lograr sin la participación del sector privado.  Después de todo, contribuyen al 60% de los PIB, al 80% de los flujos de capitales y a la creación del 90% de los empleos en los países en vías de desarrollo”.

Los ODS contienen la expectativa implícita de que el sector privado va a contribuir, pero no hay detalles ni del cómo ni de lo que es necesario que hagan los gobiernos para que esa contribución sea efectiva en términos del clima de negocios.

Dos ejemplos de la necesidad de un clima de negocios conducente: Pobreza y empleo
Un buen ejemplo del papel que el sector privado puede jugar, conjuntamente con el sector público, es el caso de la reducción de la pobreza. Uno de los instrumentos que se han demostrado efectivos en los países en vías de desarrollo son los programas de transferencias condicionadas de efectivo a través de los cuales se les paga a las madres para que sus hijos asistan consistentemente a la escuela y a revisiones médicas.  Estos programas han sacado a millones de personas de los niveles de pobreza (medidos con la estrecha visión de ingresos diarios).  Ha sido el caso de programas como el de Oportunidades en México,  Bolsa Familia en Brasil y Familias en Acción en Colombia.  Tienen el doble impacto de mejorar los ingresos familiares y de producir una juventud mejor preparada para afrontar los retos sociales y económicos.
Pero ¿qué pasa cuando los jóvenes crecen y dejar de calificar para los recursos del programa?  Se supone que deberían comenzar a trabajar.  Pero en muchos casos no encuentran empleo y pasan a engrosar las filas del desempleo juvenil.  Las transferencias condicionadas de efectivo necesitan de programas concurrentes de entrenamiento y preparación para el para el empleo y de oportunidades del empleo mismo.  Y es aquí donde el sector privado puede jugar un papel importante (ver el artículo Empleo y emprendimiento como responsabilidad social de las empresas).  El sector privado suele ser el más grande empleador y es el que mejor conoce sus propias necesidades en cuanto a calificaciones del personal.  Depender del empleo público tiene las consecuencias ampliamente conocidas de ineficiencia, déficit público para financiarlo, transferencia de recursos productivos a recursos no tan productivos, inflación para financiar el déficit, entre otras.  Adicionalmente el empleo en el sector público tiene un efecto multiplicador menor que el empleo en el sector privado.

Los principales logros en la reducción de la pobreza a nivel agregado en el periodo de vigencia de los ODM (2000-2015) se debieron al crecimiento económico de China (1.350 millones de habitantes) e India (1.250 millones) más que a los ODM mismos.  Para ponerlo en contexto: son más que todo el continente de América (950 millones), la Unión Europea (500 millones), y toda el África Subsahariana (800 millones) juntos.  A veces se pierde vista lo que quieren decir China y la India. La reducción de la pobreza fue principalmente consecuencia del crecimiento del empleo en el sector privado en estos dos países.
Es cierto que en otros países las transferencias del sector público contribuyeron a una mejora en las estadísticas sobre los niveles de pobreza, pero las preguntas que hay que hacerse en este caso son: ¿Basta la transferencia de dinero para resolver el problema de la pobreza, que es algo multidimensional, que no es solo un problema de ingresos diarios? ¿Son fiscalmente sostenibles en el largo plazo estas transferencias? ¿Qué hacen las familias cuando se gradúan de los programas para mantener el nivel de vida? ¿Y los pobres que no tienen niños?
El sector privado juega también un papel fundamental en la creación de empleo productivo, sostenible, en la generación de riqueza (y no nos referimos a la riqueza de sólo algunos a través de remuneraciones exorbitantes). Pueden jugar un papel mucho más clave en el desarrollo económico y social que las acciones puntuales que se pretenden estimular en apoyo de los 17 ODS y sus 169 metas, analizadas en las dos primeras partes de este artículo.  Aun cuando queramos apelar al sentimiento de solidaridad y de responsabilidad ante la sociedad de las empresas, hay que recordar que las mueven motivos económicos, no solamente para sobrevivir y seguir siendo empresas sino para poder competir en mercados cada vez más competitivos.
Es el crecimiento económico de las empresas el que puede crear empleo, que es el principal antídoto contra la pobreza y fuente de dignidad para el ser humano.  Claro está que esto debe ir en paralelo con esfuerzos para que ese trabajo sea digno, tratando al empleado como persona, no como insumo en la producción, no como “mano de obra” o “recurso humano” al mismo nivel que los recursos financieros o la materia prima Los beneficios son un elemento regulador de la vida de la empresa, pero no el único; junto con ellos hay que considerar otros factores humanos y morales que, a largo plazo, son por lo menos igualmente esenciales para la vida de la empresa (Juan Pablo II en Centesimus Annus).

El objetivo 8: Empleo digno y crecimiento económico: Promover un crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, un empleo pleno y productivo, y un trabajo digno para todas las personas, pareciera que cubre estas necesidades, pero lo hace pidiendo que se cree más empleo a través del crecimiento económico, pero no se preocupa de cómo y quién va a crear ese empleo ni de cuáles son las condiciones necesarias para esa creación de ese empleo.

Algunos componentes del entorno o clima de negocios ya están considerados en otros ODS, por ejemplo en el número 9, Innovación e Infraestructuras, donde hay metas referidas a la provisión de “infraestructuras fiables, sostenibles, resilientes y de calidad”, supuestamente bajo la responsabilidad  de los gobiernos, y a la mejora del acceso de las PyMES al financiamiento, supuestamente a cargo del sector financiero público y privado.  Este acceso también es un ejemplo paradigmático de la problemática que enfrenta el sector privado.  El sector financiero quiere financiar a las empresas (si los gobiernos no acaparan el crédito disponible), es su negocio, pero para ello deben encontrar empresas que tengan proyectos de inversión que sean factibles, rentables, responsables, y para esto es clave el entorno de negocios en que operan las PyMEs. Si encuentran un entorno donde es complejo constituirse y expandirse, donde existen serios obstáculos burocráticos y no existe un ecosistema de apoyo para su desarrollo (incubadoras, servicios de asistencia, mercados financieros, políticas públicas, infraestructura, educación, etc.) será muy difícil que creen empleo, prosperen y contribuyan al desarrollo económico.  Los gobiernos tienen la responsabilidad de contribuir a desarrollar ese ecosistema. [1]

Los 17 ODS actuales tienen el denominador común de pedir al sector privado que haga cosas pero no se preocupan de lo que puedan necesitar para hacerlo. En principio pareciera que los ODS están dirigidos a los gobiernos pero estos no ofrecen colaboración para el desarrollo del sector empresarial.  Se espera que sea la iniciativa de las empresas la que contribuya al logro de los ODS.  Y muy posiblemente sea así pero vista la discusión anterior es necesario que los gobiernos faciliten la operatoria de las empresas para que estas puedan ir mas allá de acciones puntuales, separadas y contribuyan al crecimiento económico y el empleo.
Para el desarrollo sostenible no basta con la acción gubernamental ni basta que la participación del sector empresarial se reduzca a actividades de responsabilidad social.  Y la única vez donde se menciona la palabra “empresa” (aparte de dos menciones a PyMEs) en las 169 metas es en la meta 12.6 que dice: “Alentar a las empresas, en especial las grandes empresas y las empresas transnacionales, a que adopten prácticas sostenibles e incorporen información sobre la sostenibilidad en su ciclo de presentación de informes”.  ¿Es suficiente?  Obviamente que no.  Las empresas pueden y deben hacer mucho más.

Una propuesta:  El nuevo Objetivo 18


No hemos discutido en este artículo todos los aspectos de un clima de negocios conducente, con el objetivo de mantenerlo en una dimensión razonable, sin embargo la siguiente propuesta está basada en tal análisis y esperamos que se explique por si sola.[2] [3]

Objetivo 18: Promover el desarrollo de un clima de negocios conducente a la operación de las empresas para que puedan contribuir al logro de los 17 objetivos precedentes.

Meta 18.1: Reducir obstáculos a la creación, operación y disolución de empresas de acuerdo a la mejores prácticas internacionales, en los aspectos laborales, comercio doméstico e internacional, inversiones y respeto a los derechos de la propiedad privada y promover un ecosistema que apoye el desarrollo de las PyMEs.

Meta 18.2: Fortalecer las instituciones del sistema regulatorio de la actividad empresarial para que operen con mayor efectividad y eficiencia, en particular tomando en cuenta los costos y beneficios de las regulaciones.

Meta 18.3: Fortalecer el sistema jurídico y los sistemas de resolución de disputas para que las empresas tengan acceso a una justicia imparcial, eficiente en términos de costo y tiempos y efectiva en términos la resolución de los casos.

Meta 18.4: Preparar e implementar planes nacionales que garanticen la protección, respeto y remediación de los Derechos Humanos por parte de las empresas, en particular adecuando las legislaciones y regulaciones a las mejores prácticas internacionales.

Meta 18.5: Adecuar los códigos criminales para establecer penas personales a quienes cometan delitos como parte de sus actividades dentro de las empresas.

Meta 18.6: Coordinar los marcos legales entre los países para reducir la elusión fiscal, en particular la localización de ingresos y gastos, transacciones financieras entre empresas relacionadas y los precios de transferencia por bienes y servicios.

Nótese que no se pide el otorgamiento de incentivos especiales para las empresas, se trata en todos los casos de mejorar el clima de negocios para la empresa.  Nótese además las metas son balanceadas, piden un mejor clima de negocios pero también incluyen el fortalecimiento de los instrumentos de control y del sistema de administración de justicia.  Y el lector habrá notado que no hay metas referentes a la obligatoriedad de la RSE, más allá del fortalecimiento de los esquemas regulatorios y el respeto a los DDHH, porque la RSE no es ni voluntaria, ni obligatoria, ni es ir más allá o más acá de la ley, es un criterio para la gestión empresarial que depende del contexto de la empresa y de su entorno. Tampoco se menciona el tema de corrupción ya que está cubierto en la meta 16.5.
Lo crítico para la operatoria de las empresas es el tener las reglas de juego claras y estables y es lo que pide este Objetivo 18 y sus 6 metas.

¿Son este objetivo número 18 y sus 6 metas utópicos?  Son tan utópicos como los otros 17 y 169 respectivamente.

Y esto tendría el beneficio colateral de tener 18 ODS y 175 metas que son números más atractivos que 17 y 169.

Y ya hay un precedente del olvido del sector privado en el diseño de objetivos de desarrollo.  El Pacto Mundial descubrió después de algún tiempo que se le había olvidado el tema de corrupción en los 9 Principios originales y lo añadió como Principio número 10, lo que también los hizo un número redondo.



[1] Para una descripción del ecosistema para la operación de las empresas ver el artículoEmpleo y emprendimiento como responsabilidad social de las empresas (pgs. 24-29).
[3] [3]  Un buen esquema ora el diseño de políticas de inversión privada conducente al desarrollo sostenible se puede ver en Investment Policy Framework for Sustainable Development publicado en febrero del 2016 por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

Imagen: Municipio Pinas, Flickr

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