miércoles, 10 de enero de 2018

Más de 100.000 chinos mueren al año por la contaminación de las fábricas que producen para la UE y EE UU - Manuel Ansede

Un estudio calcula por primera vez el brutal impacto sobre la salud del comercio internacional

Comprar productos hechos en China sale muy barato para los ciudadanos de países ricos y terriblemente caro para los chinos. La enorme contaminación atmosférica generada por la industria china y desplazada por el viento está asociada a más de 3.100 muertes prematuras al año en Europa occidental y Estados Unidos, según un nuevo estudio internacional. 


Sin embargo, el voraz consumo de productos chinos en la UE y EE UU está vinculado a casi 110.000 muertes prematuras anuales en China por la contaminación del aire provocada en la producción. Los ciudadanos de los países ricos tienen ordenadores, móviles y juguetes baratos, y las multinacionales ganan más dinero, pero a cambio de adelantar cientos de miles de fallecimientos en el país asiático.

El nuevo estudio, dirigido por el economista Dabo Guan, es el primero que calcula los impactos sanitarios transfronterizos del comercio internacional y de la polución atmosférica desplazada. El trabajo, que se publica hoy en la revista Nature, utiliza datos de contaminación por partículas finas (PM2,5) tomados en 2007 en todo el mundo. Estas partículas, con un tamaño menor a 2,5 milésimas de milímetro, penetran hasta lo más profundo de los pulmones, los alveolos, y pueden llegar al torrente sanguíneo, provocando enfermedades respiratorias y cardiovasculares.

De los 3,45 millones de muertes prematuras relacionadas con esta polución en ese año, alrededor del 12% (411.000) estaba relacionado con contaminantes atmosféricos emitidos en otra región del planeta. Y los autores vinculan el 22% de los fallecimientos (762.400) a la producción de bienes y servicios en una región para ser consumidos en otra.

“Unas regiones consumen mientras otras producen y sufren los efectos en la salud”, lamenta el economista Dabo Guan

“Unas regiones consumen mientras otras producen y sufren los efectos en la salud”, ha lamentado en una rueda de prensa Guan, investigador de la Universidad de Anglia Oriental, en Norwich (Reino Unido). Por cada millón de consumidores en Europa occidental hay 416 muertes asociadas a la contaminación por PM2,5 en otras regiones del mundo, según el estudio. El número de estos fallecimientos se reduce a 339 por cada millón de consumidores en EE UU. En el trabajo participa una veintena de científicos de instituciones punteras de China y EE UU, como el Instituto Tecnológico de California o las universidades de Princeton y Pekín.
“Si el precio de los productos importados es bajo porque en las regiones de producción las leyes contra la contaminación son menos estrictas, entonces los ahorros de los consumidores podrían estar generándose a expensas de vidas perdidas en otras regiones”, afirman sin tapujos los autores en la revista Nature. Estudios anteriores calculan que, en el mundo, el 90% de las muertes prematuras debidas a la contaminación atmosférica se deben a las partículas PM2,5.

“Nuestro estudio calcula hasta qué punto la contaminación del aire es un problema global en una economía global”, explica Qiang Zhang, un investigador especializado en química atmosférica de la Universidad de Qinghua, en Pekín. “Los países desarrollados deberían fomentar un consumo responsable para mitigar los efectos negativos en el medio ambiente. Y los países en desarrollo deberían mejorar la eficiencia de sus economías para reducir sus emisiones locales”, propone Zhang.

El físico Julio Díaz, autor de numerosos estudios sobre la contaminación en España, aplaude el nuevo estudio, pero alerta de sus “limitaciones propias de un trabajo global”. La investigación dirigida por Guan, según destaca Díaz, no ha calculado la dosis de contaminación necesaria para provocar efectos sobre la salud en cada región, por ejemplo, en función de las diferentes pirámides de población. El estudio de Guan extrapola a través de estudios anteriores. “No deja de ser un modelo informático aproximado de emisiones y de carga de enfermedad”, advierte Díaz.

Foto: Un niño corre cerca de una central térmica de carbón en Pekín (China). KEVIN FRAYER GETTY IMAGES / EPV


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