domingo, 15 de octubre de 2017

Shock climático. Consecuencias del cambio global - Pablo Francescutti


Pese a sus limitaciones, la Cumbre del Clima de París ha marcado un antes y un después en el debate ambiental. En el acuerdo consensuado, ciento noventa y cinco naciones reconocieron la realidad del cambio climático y la responsabilidad humana en él. Atrás quedaron las polémicas infladas por los negacionistas; ha sonado la hora de la búsqueda de soluciones y de la aplicación de medidas para combatirlo. De ahí lo oportuno de estas dos obras que han llegado a nuestras librerías.


La primera, de dos economistas estadounidenses, Gernot
Wagner y Martin Weitzman, aborda la crisis ecológica como si se tratara de contratar un seguro contra un riesgo concreto; en este caso, el 10 por ciento de posibilidades de que, a finales de siglo, la temperatura media del planeta aumente seis grados, una eventualidad apocalíptica que en absoluto nos podemos permitir. Para que la cobertura del seguro sea eficaz, argumentan, hace falta que todos los seres humanos paguen su parte de la prima. Eso exige acabar con el hábito gorrón de muchas personas y naciones de disfrutar gratis de bienes públicos (aire respirable, agua potable, un clima aceptable....) a costa del esfuerzo de quienes financian su sostenibilidad.

Y para ello proponen un impuesto mundial al CO2, tasado en unos 35 euros por tonelada, destinando lo recaudado a las energías renovables. Dicho valor quintuplicaría la cotización actual del C02 en el mercado de derechos de emisión. Un encarecimiento que pagaremos todos. ¿No existen otras alternativas menos onerosas? Wagner yWeitzmann examinan la otra opción disponible: la geoingeniería. Sus partidarios sostienen que inyectando azufre en la atmósfera se induciría un enfriamiento que contrarrestaría el calentamiento global. A los economistas no les convence; primero, porque esa solución técnica solo ataca los síntomas del trastorno, no sus causas: la economía del carbono; segundo, porque las consecuencias de remodelar la atmósfera se perfilan más impredecibles que el cambio climático. Aparte del impuesto al C02, instan a desinvertir en empresas relacionadas con los combustibles fósiles.

Una sugerencia que no parece descabellada a la vista de la reciente decisión de la familia Rockefeller de vender sus acciones de la petrolera Exxon y salirse del negocio que hizo su fortuna.

Por su parte, el libro de Antxon Olabe, ensayista especialista en medio ambiente, ofrece desde una perspectiva interdisciplinaria un repaso histórico de la relación entre el Homo sapiens y su entorno, un inventario de los peores desaguisados ecológicos y una justificación jurídica, ética y política del concepto de “justicia climática” y de la responsabilidad moral para con las generaciones futuras. Apartándose de las tesis ecologistas del decrecimiento y de la incompatibilidad del capitalismo con el medio ambiente, Olabe plantea que el dilema de fondo pasa por escoger entre las energías fósiles y las energías limpias. Para resolverlo propone una reforma de las instituciones internacionales.

Sugiere crear en el seno de las Naciones Unidas una Organización
Mundial del Medio Ambiente; implicar al Consejo de Seguridad en la crisis climática; y aprobar una Carta de Custodia de la Biosfera, que regule el acceso y uso de bienes comunes. Todo eso respaldado por un nuevo contrato social promovido por una vasta alianza de ecologistas, iglesias, científicos, ciudades, pueblos...

En resumen: dos enfoques rigurosos y pertrechados de bibliografía que coinciden en buscar salidas a la emergencia ambiental dentro del sistema actual. Cabe preguntarse hasta qué punto sus recetas fiscales serían bien acogidas por el 73 por ciento de los españoles que, según el estudio Global Trends 2014, opina que el calentamiento global es una excusa de los gobiernos para subir los impuestos.

Ni parece probable que la enmienda del orden mundial vaya a entusiasmar a muchos españoles, aparte de al escaso 8 por ciento que, de acuerdo al Eurobarómetro de 2013, sí ve en aquel el principal reto que exige una acción planetaria. Si Wagner y Weitzman aciertan cuando dicen que “el cambio climático es un problema porque no lo
Consideramos un problema”, en España tenemos unproblemón.


PABLO FRANCESCUTTI

GERNOT WAGNER Y MARTIN L. WEITZMAN. Antoni Bosch editor. Barcelona, 2016. 197 pp, 18’50E
CRISIS CLIMÁTICA-AMBIENTAL. LA HORA DE LA RESPONSABILIDAD. ANTXON OLABE. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2016. 300 pp, 18’90E

No hay comentarios.:

Publicar un comentario