Modificar la composición de especies tiene efectos
negativos para el calentamiento global, según un estudio
La forma de gestionar los bosques europeos en los
últimos dos siglos y medio no solo ha sido estéril en la lucha contra el cambio
climático, sino que ha contribuido a empeorarlo. Así de contundente es el
estudio Europe's
forest management did not mitigate climate warming, publicado este jueves en la
revista Science. Los autores del estudio atribuyen como causas a este
fracaso: una repoblación forestal ineficaz y la masiva modificación de la
composición de los bosques autóctonos, que han pasado de ser caducifolios a ser
de coníferas.
La influencia de los bosques en
el cambio climático depende, prácticamente, del carbono que captan los árboles
y que quita el CO2 a
la atmósfera, lo que contribuye a ralentizar el calentamiento
global. A partir de esta premisa, la reforestación y la gestión forestal
dirigida a maximizar el secuestro de carbono (y evitar que este salga a la
atmósfera) han sido reconocidas como estrategias claves para mitigar el cambio climático en el acuerdo
de París. Sin embargo, el estudio realizado por la
Asociación Americana para el Avance de la Ciencia demuestra que ninguna de las
dos estrategias, tal y como se habían diseñado hasta ahora, han
funcionado.
La repoblación forestal ha provocado un
desequilibrio en la radiación que se emite a la atmósfera y la ha incrementado
en 0,12 vatios por metro cuadrado debido a la juventud de los árboles
replantados. Los árboles jóvenes -con un diámetro medio menor a 0,07
metros- absorben menos carbono por lo que reflejan más radiación a la
atmósfera. "Se plantan bosques de árboles jóvenes y se quitan bosques
maduros y autóctonos que son los que ayudan a combatir el cambio
climático", explica Fernando Prieto, ecólogo y miembro del Observatorio de
la Sostenibilidad español.
"Necesitamos
una nueva estrategia de gestión forestal, ya no vale con repoblar con especies
nuevas y no mantener las antiguas", Fernando Prieto, ecólogo
Así, en más de dos siglos se ha
aumentado un 10% el área de bosques en Europa, pero el 85% se trata de bosques
que están bajo gestión humana, es decir, repoblados, según el estudio.
"Hay más bosques pero de menor calidad", subraya Prieto.
Esto se debe a que las especies elegidas para
repoblar son distintas de las que había en el bosque autóctono: se pasa de
árboles de hoja caduca a coníferas. Desde 1750, los bosques de coníferas
han pasado de ser el 30% al 57%, mientras el bosque caducifolio ha visto
reducida su área en Europa del 70% al 43%.
"Para repoblar se valora que se trate de especies como el pino que
crecen más rápido", razona este ecólogo. También han crecido los bosques
de pícea noruega por ser, junto al pino, una especie de rápido crecimiento y
fácil comercialización.
Este cambio de especies refleja la necesidad de Europa
de satisfacer la demanda de madera, que ha crecido de 140 millones, en 1750, a
580 millones, en 2010. Como resultado, 417.000 kilómetros cuadrados de bosques vírgenes han
sido destinados a la producción de la madera. Se necesitan bosques con especies
que crezcan rápido y que permitan beneficios comerciales.
Los análisis de este estudio revelan que esta
modificación de la composición forestal ha provocado el incremento de 0,12
grados kelvin en la temperatura. "Aumentar 0,12 grados desde 1750, en un
contexto en el que la temperatura total ha aumentado 1,7 grados debido a las emisiones de gas
invernadero y a la quema de combustibles fósiles, es una pequeña porción, pero demuestra que se está contribuyendo a calentar el planeta, en vez
de a enfriarlo", razona el ecólogo James Ryder, del laboratorio
francés de Ciencias del Clima y del Medio Ambiente.
El desafío es lograr el equilibrio entre una
estrategia forestal que ayude a enfriar el clima y que permita mantener la
producción maderera actual
El incremento de temperatura se debe a los cambios en la
evapotranspiración -cantidad de agua que se devuelve a la atmósfera-, en el
albedo -cantidad de energía solar reflejada que se devuelve a la atmósfera- y a
la liberación de carbono que viene asociada a los bosques gestionados, que al
ser talados para la producción de madera liberan de nuevo el carbono.
"Se ha fallado en el intento de extraer el CO2 de la atmósfera porque la extracción de madera libera
el carbono que de otro modo estaría recogido en la biomasa o
en la madera muerta", afirma el estudio.
La clave actual reside, según los expertos, en si es posible diseñar una
estrategia forestal que ayude a enfriar el clima y que, al mismo tiempo,
permita la producción maderera actual. "Necesitamos elaborar una nueva
estrategia de gestión forestal, ya no nos vale la de repoblar con especies
nuevas y no mantener las antiguas", considera Prieto. Una de las
soluciones que plantea James Ryder es ir progresivamente recuperando los
bosques caducifolios.
Aunque el estudio se centra en Europa, los investigadores han
detectado efectos similares en el clima en otras regiones, como en China,
Estados Unidos, Rusia, Brasil, Chile, Nueva Zelanda o Sudáfrica, donde hay
repoblaciones a larga escala y sustanciales cambios en la composición de especies
de los bosques.
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