En 'Bajos fondos', su gran
obra sobre Nueva York, brilla la voz de Luc Sante, que ofrece también una
historia de París
Con 25 años de retraso aparece en español Bajos fondos (Libros
del K.O.), primer libro de Luc Sante, en el que recupera un
periodo fascinante del pasado de Nueva York: los años que van desde poco antes
de la segunda mitad del siglo XIX hasta los umbrales de la era del jazz. Nacido
en la localidad belga de Verviers en 1954, hijo único de un matrimonio de clase
obrera, Luc Sante tenía cuatro años cuando sus padres se vieron obligados a
emigrar.
En sus libros Sante trata
asuntos como el jazz, el blues, el cine, la fotografía, el mundo del cómic, la pintura y el urbanismo. Bajos
fondos fue su primera
obra y sigue siendo la de mayor envergadura. Su segundo libro, Evidencia (1992),
es un singular reportaje sobre crímenes perpetrados en Manhattan a principios
del siglo XX, ilustrado con escalofriantes fotografías rescatadas de los
archivos policiales de Nueva York. Entre las obras que publicó posteriormente
destacan The
Factory of Facts(1998), texto que subvierte las normas del género
autobiográfico, y la recopilación de ensayos titulada Mata a tus ídolos (2007).
Hace escasas semanas apareció en Estados Unidos El otro París, volumen
exquisitamente ilustrado en el que Sante lleva a cabo un ejercicio de
indagación acerca del pasado de la capital francesa semejante al que realizó
hace un cuarto de siglo sobre Manhattan.
Las señas de identidad de El otro París son
las mismas que las de Bajos
fondos: estilo
incisivo, ameno y elegante como culminación de un ejercicio de investigación en
profundidad centrado en la historia secreta de una gran urbe. El libro presta
especial atención al mundo del hampa, la delincuencia y la prostitución,
recreándose, como en el volumen dedicado a Nueva York, en la evocación de los
ambientes y locales más emblemáticos del submundo parisiense. Como producto
cultural, se trata de un trabajo impecable, aunque el libro tiene algo de
artificial, pues su experiencia de la ciudad no es visceral, como en el caso de
Manhattan, sino libresca.
Traducido
25 años después, el libro ofrece un retrato de Manhattan descarnado desde los
desposeídos y los olvidados
En ‘Mi ciudad perdida’, texto incluido enMata
a tus ídolos que la
edición norteamericana de Bajos
fondospublicada en 2003 incorporó a modo de epílogo (la española
prescinde de él), Sante recuerda que cuando su primer libro empezaba a cobrar
forma no podía quitarse de la cabeza Delirio
de Nueva York (1978), el trabajo de Rem Koolhaas sobre la arquitectura visionaria de Manhattan.
Como el libro de Koolhaas, el de Sante es un himno a una ciudad que tiene tanto
de fantasmagoría como de espacio real. “Cuando miraba las ilustraciones del
libro de Koolhaas”, constata con asombro Sante, “Nueva York me parecía tan
remoto como Nínive o Tiro”. Lo anómalo es que los edificios que le hacían
sentir aquello (Chrysler, McGraw-Hill, Rockefeller Center) no eran
construcciones quiméricas, sino rascacielos que se alzaban en torno a él.
Apropiándose de una idea clave de Koolhaas (que Manhattan es un espacio urbano
cuyo destino es desaparecer periódicamente para ser reemplazado por una ciudad
radicalmente distinta), Sante concluye sagazmente que Nueva York es una urbe
“instalada permanentemente en el futuro”.
Bajos fondos se empezó a gestar cuando Sante era estudiante y
dedicaba sus días y sus noches a deambular por los antros y calles del sur de
Manhattan. El autor vivió en el mismo edificio que Allen Ginsberg y compartió piso
con Jim Jarmusch, miembro de The Del-Byzanteens, grupo para el que escribió
letras de canciones. Fueron años de esplendor y decrepitud, con clubes como el
CBGBs, solares en los que acechaban tipos peligrosos y edificios arrasados por
incendios provocados. Un día, en medio de todo aquello, Sante sintió que el
pasado se asomaba por detrás de casi cada fachada: “Me fascinaba contemplar
aquel extraño proceso en virtud del cual la ciudad rebosante de glamur de los
años veinte se había transformado en los suburbios entrópicos que eran entonces
mi hogar. De repente descubrí raíces todavía más profundas”.
Bajos fondos es un brillante ejercicio de reconstrucción de la
vida en Manhattan entre 1840 y 1919. Sante escribe acerca del pasado sin
nostalgia. Su modelo es el fotógrafo Walker Evans, cuyo lenguaje desnudo
intenta emular en su prosa: “Su estilo no llama la atención sobre sí mismo.
Para ir de A a B traza una línea recta. Se trata de una disciplina
verdaderamente dura”.
En su recorrido por la ciudad perdida,Sante se centra en la fisonomía de los barrios pobres y sus
habitantes. El escenario principal son los locales ytenements (idiosincráticos edificios de
apartamentos para los que no hay traducción válida) del Bowery y del Lower East
Side y los tipos que los habitan. El libro nos ofrece un retrato descarnado de
los desposeídos, los olvidados, los raros y los asesinados, reducidos a lo que
los define y redime: sus historias. El universo retratado es sórdido y
fascinante a la vez, un mundo de salones de baile, de teatros y espectáculos en
los que se muestra a seres deformes, de galerías de tiro y museos absurdos, de
los viejos cinematógrafos conocidos como nickelodeones, de bares de mala muerte, prostíbulos y
hoteles en los que los pícaros y los indigentes dormían colgando de una cuerda
o en literas cubiertas por colchones de imposible delgadez, de calles hediondas
y espectrales.
El libro se lee con placer pero se cierra con
tristeza porque las ciudades superpuestas que se describen en él con tanta
vivacidad han desaparecido para siempre. El proceso de desnaturalización de
Nueva York se inició justamente cuando Sante empezaba a gestar su libro. A lo
largo de las décadas de los ochenta y noventa la ciudad entró en una fase
irreversible de desarrollo y gentrificación. El punto de llegada, para alguien
que sigue teniendo clara conciencia de que procede de una familia de clase
trabajadora, es el de un Nueva York corporativo empapado de una cultura
coagulada por el dinero. Inequívocamente, el Nueva York vivido y escrito por
Sante ha muerto y no hay posibilidad alguna de recuperarlo. En ese sentido, Bajos fondos tiene
la belleza y la desolación de un epitafio.
Calle Mulberry de Nueva York a comienzos del siglo XX. Universal History Archive (Getty)
Bajos fondos. Una mitología de Nueva York. Luc Sante. Libros del K.O. Madrid, 2016. 527 páginas.
23.90 euros
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