jueves, 2 de junio de 2016

Historia alternativa de dos ciudades - Eduardo Lago

En 'Bajos fondos', su gran obra sobre Nueva York, brilla la voz de Luc Sante, que ofrece también una historia de París


Con 25 años de retraso aparece en español Bajos fondos (Libros del K.O.), primer libro de Luc Sante, en el que recupera un periodo fascinante del pasado de Nueva York: los años que van desde poco antes de la segunda mitad del siglo XIX hasta los umbrales de la era del jazz. Nacido en la localidad belga de Verviers en 1954, hijo único de un matrimonio de clase obrera, Luc Sante tenía cuatro años cuando sus padres se vieron obligados a emigrar. 


En sus libros Sante trata asuntos como el jazz, el blues, el cine, la fotografía, el mundo del cómic, la pintura y el urbanismo. Bajos fondos fue su primera obra y sigue siendo la de mayor envergadura. Su segundo libro, Evidencia (1992), es un singular reportaje sobre crímenes perpetrados en Manhattan a principios del siglo XX, ilustrado con escalofriantes fotografías rescatadas de los archivos policiales de Nueva York. Entre las obras que publicó posteriormente destacan The Factory of Facts(1998), texto que subvierte las normas del género autobiográfico, y la recopilación de ensayos titulada Mata a tus ídolos (2007). Hace escasas semanas apareció en Estados Unidos El otro París, volumen exquisitamente ilustrado en el que Sante lleva a cabo un ejercicio de indagación acerca del pasado de la capital francesa semejante al que realizó hace un cuarto de siglo sobre Manhattan.

Las señas de identidad de El otro París son las mismas que las de Bajos fondos: estilo incisivo, ameno y elegante como culminación de un ejercicio de investigación en profundidad centrado en la historia secreta de una gran urbe. El libro presta especial atención al mundo del hampa, la delincuencia y la prostitución, recreándose, como en el volumen dedicado a Nueva York, en la evocación de los ambientes y locales más emblemáticos del submundo parisiense. Como producto cultural, se trata de un trabajo impecable, aunque el libro tiene algo de artificial, pues su experiencia de la ciudad no es visceral, como en el caso de Manhattan, sino libresca.

Traducido 25 años después, el libro ofrece un retrato de Manhattan descarnado desde los desposeídos y los olvidados

En ‘Mi ciudad perdida’, texto incluido enMata a tus ídolos que la edición norteamericana de Bajos fondospublicada en 2003 incorporó a modo de epílogo (la española prescinde de él), Sante recuerda que cuando su primer libro empezaba a cobrar forma no podía quitarse de la cabeza Delirio de Nueva York (1978), el trabajo de Rem Koolhaas sobre la arquitectura visionaria de Manhattan. Como el libro de Koolhaas, el de Sante es un himno a una ciudad que tiene tanto de fantasmagoría como de espacio real. “Cuando miraba las ilustraciones del libro de Koolhaas”, constata con asombro Sante, “Nueva York me parecía tan remoto como Nínive o Tiro”. Lo anómalo es que los edificios que le hacían sentir aquello (Chrysler, McGraw-Hill, Rockefeller Center) no eran construcciones quiméricas, sino rascacielos que se alzaban en torno a él. Apropiándose de una idea clave de Koolhaas (que Manhattan es un espacio urbano cuyo destino es desaparecer periódicamente para ser reem­plazado por una ciudad radicalmente distinta), Sante concluye sagazmente que Nueva York es una urbe “instalada permanentemente en el futuro”.

Bajos fondos se empezó a gestar cuando Sante era estudiante y dedicaba sus días y sus noches a deambular por los antros y calles del sur de Manhattan. El autor vivió en el mismo edificio que Allen Ginsberg y compartió piso con Jim Jarmusch, miembro de The Del-Byzanteens, grupo para el que escribió letras de canciones. Fueron años de esplendor y decrepitud, con clubes como el CBGBs, solares en los que acechaban tipos peligrosos y edificios arrasados por incendios provocados. Un día, en medio de todo aquello, Sante sintió que el pasado se asomaba por detrás de casi cada fachada: “Me fascinaba contemplar aquel extraño proceso en virtud del cual la ciudad rebosante de glamur de los años veinte se había transformado en los suburbios entrópicos que eran entonces mi hogar. De repente descubrí raíces todavía más profundas”.


Bajos fondos es un brillante ejercicio de reconstrucción de la vida en Manhattan entre 1840 y 1919. Sante escribe acerca del pasado sin nostalgia. Su modelo es el fotógrafo Walker Evans, cuyo lenguaje desnudo intenta emular en su prosa: “Su estilo no llama la atención sobre sí mismo. Para ir de A a B traza una línea recta. Se trata de una disciplina verdaderamente dura”.

En su recorrido por la ciudad perdida,Sante se centra en la fisonomía de los barrios pobres y sus habitantes. El escenario principal son los locales ytenements (idiosincráticos edificios de apartamentos para los que no hay traducción válida) del Bowery y del Lower East Side y los tipos que los habitan. El libro nos ofrece un retrato descarnado de los desposeídos, los olvidados, los raros y los asesinados, reducidos a lo que los define y redime: sus historias. El universo retratado es sórdido y fascinante a la vez, un mundo de salones de baile, de teatros y espectáculos en los que se muestra a seres deformes, de galerías de tiro y museos absurdos, de los viejos cinematógrafos conocidos como nickelodeones, de bares de mala muerte, prostíbulos y hoteles en los que los pícaros y los indigentes dormían colgando de una cuerda o en literas cubiertas por colchones de imposible delgadez, de calles hediondas y espectrales.

El libro se lee con placer pero se cierra con tristeza porque las ciudades superpuestas que se describen en él con tanta vivacidad han desaparecido para siempre. El proceso de desnaturalización de Nueva York se inició justamente cuando Sante empezaba a gestar su libro. A lo largo de las décadas de los ochenta y noventa la ciudad entró en una fase irreversible de desarrollo y gentrificación. El punto de llegada, para alguien que sigue teniendo clara conciencia de que procede de una familia de clase trabajadora, es el de un Nueva York corporativo empapado de una cultura coagulada por el dinero. Inequívocamente, el Nueva York vivido y escrito por Sante ha muerto y no hay posibilidad alguna de recuperarlo. En ese sentido, Bajos fondos tiene la belleza y la desolación de un epitafio.

Calle Mulberry de Nueva York a comienzos del siglo XX. Universal History Archive (Getty)
Bajos fondos. Una mitología de Nueva York. Luc Sante. Libros del K.O. Madrid, 2016. 527 páginas. 23.90 euros

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