domingo, 16 de octubre de 2016

De 1962 a 1974, la primera ola del ecologismo contemporáneo - Roberto Andrés


Los diferentes problemas que generó el desarrollo capitalista durante la Gran aceleración han sido divulgados mediante varias obras que crearon en los sesenta y setenta la conciencia ecológica que aun hoy perdura.

El movimiento ecologista, como expresión activa, política y militante de la ecología es un movimiento heterogéneo teórica y políticamente, cuyos orígenes pueden encontrarse en corrientes o movimientos del siglo XIX que podríamos catalogar como protoecologistas. Las más destacadas de estas expresiones son el higienismo obrero y el conservacionismo aristocrático.
A pesar de tener su origen en clases sociales antagónicas, ambas responden a un momento determinado, la Revolución industrial. Mientras las clases poseedoras gozaban de una calidad de vida enormemente superior en los campos alejados de la ciudad, en los centros industriales la clase obrera vivía hacinada en condiciones de vida terribles, con el aire, el suelo y el agua contaminadas. Surgió así la conciencia en el movimiento obrero de levantar reivindicaciones sanitarias que iban desde la exigencia de que las fábricas se alejen de los centros urbanos hasta la reglamentación de parámetros en los planes de urbanización como los concernientes a la ventilación en los hogares, el acceso al agua corriente, la instalación de baños e incluso haciendo recomendaciones sobre la limpieza periódica de las viviendas. El caso más trágico y heroico del higienismo obrero fue el de la lucha de 1888 de los mineros y campesinos de Huelva, España, contra la contaminación del aire de las calcinadas de la mina de Rio Tinto (metodología que ya estaba prohibida en Inglaterra), hecho que culminó en una masacre obrera con repercusión internacional. Por su parte el conservacionismo aristocrático es una respuesta de un sector de la elite a los efectos destructivos del desarrollo industrial, particularmente en lo concerniente a la destrucción de áreas naturales y pérdida de vida silvestre. Obra de este movimiento son la creación, por ejemplo en Estados Unidos, del Parque Nacional de Yellowstone, o en Inglaterra la Sociedad Real de Protección de los Pájaros.
Podemos observar varios movimientos o corrientes protoecologistas, ligados de una u otra forma a los efectos de la Revolución industrial y a las ciencias naturales, sin embargo no es sino durante la década de los años 60 del siglo XX, luego de los primeros efectos del boom de posguerra, “la Gran Aceleración” y la Revolución “verde” de la agricultura capitalista, que surge lo que se conoce posteriormente como la “primera ola del ecologismo”, que toma conciencia del avanzado nivel de degradación ecológica global y de la amenaza que supone para la supervivencia de la especie humana.
La Gran aceleración y la primera ola ecologista
Si bien el primer capítulo del capitalismo moderno, basado en la máquina de vapor y en el consumo de carbón, supuso un incremento exponencial de la degradación ambiental, la industrialización y la mercantilización eran mucho menores de lo que iban a ser después de la segunda revolución tecnológica (basada en el petróleo, el uso generalizado de la electricidad y el auge de la industria química y automovilística) y del comienzo de la fase fordista del capitalismo. Así, entre 1930 y 1950 se produce lo que se conoce como el tercer salto metabólico de las sociedades (el primero se produce durante la revolución neolítica 8.000 años AC, mientras que el segundo se da durante la primera Revolución industrial). Es significativo que justamente hoy el Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno estime este mismo periodo (alrededor del 1945) como el más indicado para dar inicio a esta nueva era geológica en discusión, algo que debe ser resuelto en la Comisión Estratigráfica Internacional este año. Es en este periodo en el que se acomodan las condiciones para el ascenso continuo de las emisiones de gases de efecto invernadero por el consumo de fuentes de energía fósil, del consumo de masas otorgado por el desarrollo intensivo de la agricultura capitalista y el aumento vertiginoso de la población mundial.
Los diferentes problemas que generó el desarrollo capitalista durante la Gran Aceleración han sido divulgados mediante varias obras que crearon en su época la conciencia ecológica que aún hoy perdura.
Así, la primera ola del ecologismo tuvo como punta pie inicial Primavera Silenciosa (1962), de la botánica y ambientalista norteamericana Rachel Carson. El libro, que se centra en los devastadores efectos de los pesticidas (en especial el DDT), en el campo y la vida silvestre, tuvo una enorme influencia proporcionando unidad y fuerza a lo que hasta entonces era una conciencia incipiente y dispersa, ayudando a que se cristalizara el movimiento ecologista moderno. Esta influencia tuvo como correlato una notable oposición por parte de autoridades y la industria, llegando Carson a ser acusada de comunista.

En 1968 se publicó La explosión demográfica (o La bomba P), del entomólogo Paul Ehrlich y Anne Ehrlich, sobre los problemas derivados del crecimiento de la población mundial tales como la posibilidad de hambrunas masivas. Al igual que el libro de Carson, La bomba P (que se volvió un best seller) introdujo inevitablemente tópicos, como el problema de la superpoblación, en todos los debates de la época ayudando a construir una mayor y más definida conciencia ecológica.
A estas obras se suman Nuestro entorno sintético (1962), Ecología y pensamiento revolucionario (1964) y Crisis en nuestras ciudades (1965) del primer referente norteamericano de la ecología social de inspiración anarquista Murray Bookchin, Población, recursos y medioambiente (1970), también de Paul Ehrlich, y Ciencia y supervivencia (1963) y El círculo que se cierra (1971), del biólogo y ecosocialista norteamericano Barry Commoner, sobre los límites biofísicos del planeta.

En 1971 el agrónomo y ecologista francés René Dumont denuncia las consecuencias de la Revolución verde de la agricultura capitalista, y al año siguiente el antropólogo marxista norteamericano Eric Wolf acuña el concepto de ecología política a través de su obra La propiedad y la ecología política (1972).
Ese mismo año el Club de Nouvel Observateur bajo la dirección del filósofo marxista vienés André Gorz organiza una conferencia titulada Ecología y Revolución, a cargo de Herbert Marcuse y con la participación de Edgar Morin, Edward Goldsmith y Sicco Mansholt, cuyas actas serían publicadas ese mismo año, incluso con una versión en español publicada durante el gobierno chileno de Salvador Allende bajo el título Ecología y revolución (1972).
También ese año Gorz utiliza por primera vez el término decrecimiento (décroissance) sintetizando conceptualmente la crítica al crecimiento capitalista y sus consecuencias ecológicas. Sin embargo será gracias al economista rumano Nicholas Georgescu-Roegen que el decrecionismo encontrará la base para su desarrollo teórico. Su trabajo La ley de la entropía y el proceso económico (1971) es considerado la obra fundacional de la economía ecológica. Su discípulo Herman Daly publicaría más adelante el trabajo Hacia una economía de estado estacionario (1973), una compilación de artículos de distintos escritores y especialistas.
Se trata en su conjunto de una generación de escritores y especialistas que buscan alertar de las contradicciones y los peligros del desarrollo capitalista de la segunda posguerra.
En este marco, y un año antes de la crisis del petróleo, el Club de Roma le encarga al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) la elaboración del informe Los límites del crecimiento (1972), trabajo que estuvo dirigido por la biofísica y científica ambiental Donella Meadows, el cual señalaba que si el incremento de la población mundial, la industrialización y contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales no disminuía, se alcanzarían los límites absolutos de la Tierra en los próximos cien años. En la misma sintonía, en 1974, saldría un segundo informe La humanidad en la encrucijada, esta vez a cargo del matemático yugoeslavo Mihajlo Mesarovic y del economista alemán Eduard Pestel. Ambos informes, que tuvieron gran recibimiento en el público, determinaron en gran parte el debate ecologista de la década de los años 70.

Luego de una serie de debates en los medios universitarios y académicos, el 22 de abril de 1970 se celebra por primera vez el Día de la Tierra, manifestación que agrupó a dos mil universidades, diez mil escuelas (primarias y secundarias) y centenares de comunidades a través de movilizaciones, concentraciones y festivales de rock. Este hecho obligó al gobierno de Estados Unidos a crear la Agencia de Protección Ambiental y aprobar una serie de leyes a favor del cuidado del medioambiente. Curiosamente es tradición en la policía norteamericana considerar esta celebración como un "engaño comunista" pues la fecha coincide con el natalicio de Vladimir Lenin.
Mas tarde en 1972 se realiza la Conferencia de Estocolmo de Naciones Unidas, conocida como la Primera Cumbre de la Tierra y que estará encabezada por la socialdemocracia sueca. Ese mismo año y firmado por una treintena de científicos destacados de la época, Edward Goldsmith y Robert Allen, presentan el Manifiesto para la Supervivencia, un programa de largo alcance para una transición a una sociedad desindustrializada y descentralizada, y que sería utilizado para la formación de lo que más adelante se conocerán como los partidos verdes europeos.
En 1973, e inspirado por Primavera Silenciosa, el destacado filósofo noruego Arne Naess se encadenó junto a un gran número de manifestantes frente a las rocas Mardalsfossen, una cascada de un fiordo noruego, negándose a bajar hasta que los planes para construir una represa allí se hayan eliminado. Naess es considerado el impulsor del ecologismo profundo, un ecologismo de base espiritualista, referenciado con el chamanismo americano.
A nivel político la primera ola ecologista también se expresó en la aparición de nuevas organizaciones, como los Amigos de la Tierra (1971), Greenpeace (1973) y People (1972), antecesor directo del Partido Verde del Reino Unido, la elección del primer diputado verde en Suiza en 1974 y la presentación en ese mismo año de la candidatura presidencial verde en Francia de René Dumont con 1,32 % de los votos.
En definitiva, si el punta pie inicial sería la influyente publicación de Rachel Carson de 1962 que provocó una movilización por la prohibición del DDT, el cierre del ciclo se daría con la aparición de la ecología política en la primera mitad de la década del 70.
De conjunto esta primera ola del ecologismo tuvo dos importantes roles: por un lado, alertar sobre la nueva problemática socioambiental como algo estructural, ayudando a instalar en la sociedad una conciencia sobre los límites del desarrollo capitalista, y por otro, definir el terreno de debate con alcance en el futuro.
A esta primera ola, se sumaría una segunda y tercera ola ecologista. Si el desarrollo de esta primera ola coincide con el agotamiento del Boom de posguerra y la emergencia de un ascenso revolucionario internacional de masas, el desarrollo de la segunda ola ecologista lo hará con un pronunciado giro a la derecha, en el marco de la derrota de este ascenso y el inicio de las contrarreformas neoliberales. Pero esto lo veremos en otra ocasión.
@RoberAndres1982
Sábado 24 de septiembre

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