La tala selectiva o los incendios reducen tanto la biodiversidad como si
se arrancaran los árboles
Para
salvar lo que queda de los bosques tropicales no basta con acabar con la
deforestación. Un análisis de la situación de la selva amazónica muestra que
otras interferencias humanas, como la tala selectiva, los incendios o la
presión de la ganadería y la agricultura provocan tanto daño como si el bosque dejara
de existir.
La
deforestación cero e incluso la reforestación han marcado la agenda de
organizaciones medioambientales durante décadas. En países como Brasil,
lograron que las autoridades asumieran el reto y, salvo los dos últimos años,
la merma de la selva amazónica se había reducido en lo que iba de siglo. Pero
tanto esfuerzo puede estar enmascarando un problema aún mayor: los bosques
tropicales pierden biodiversidad a medida que los humanos se acercan.
Un
amplio grupo de investigadores británicos, estadounidenses y brasileños han
analizado el estado de salud de varias zonas boscosas del Estado brasileño de
Pará, que alberga la cuarta parte de la selva amazónica, incluida la mayor
porción del cauce del río Amazonas. Los científicos compararon el grado de
biodiversidad de ubicaciones aún casi intactas con el de otras afectadas por
varios tipos de acciones humanas, como la tala, la agricultura y la ganadería o
los incendios.
La tala o los incendios reducen a la mitad la biodiversidad aunque los
bosques conserven el 80% de sus árboles
La
investigación, publicada en Nature,
muestra que incluso aquellos bosques que conservan el 80% de sus árboles han
perdido hasta la mitad de la biodiversidad que albergan las selvas con menor
presencia humana. El porcentaje elegido como cifra de corte no es al azar: la
legislación brasileña exige a los propietarios de tierras conservar al menos el
80% de la superficie arbolada.
Para
determinar el valor de la pérdida de biodiversidad, los investigadores
analizaron la presencia y densidad de unas 1.500 especies vegetales, otras 460
de aves y unas 150 de insectos en 175 localizaciones de las regiones de
Santarem y Paragominas. En la mayoría (143) se practica la tala selectiva y hay
rastro de otras interferencias humanas. La treintena restante eran selvas con
escasa o nula presencia humana.
"La
flora y fauna de los bosques tropicales están adaptadas a las condiciones de un
denso dosel arbóreo y tiene una escasa experiencia evolutiva frente a la
propagación de fenómenos perturbadores", responde en un correo el profesor
de la Universidad de Lancaster (Reino
Unido) y autor principal de la investigación. Además de la tala dentro de la
selva, otras actividades humanas en los bordes, como la agricultura o la
ganadería, desprotegen las áreas exteriores del bosque, exponiéndolos al viento
y la sequedad, cuando no a los incendios.
Extrapolando
sus resultados a todo el estado de Pará, la pérdida de biodiversidad
equivaldría a la deforestación de entre 92.000 y 139.000 Km2. La estimación más modesta iguala la extensión
deforestada en toda la selva amazónica en la última década.
La investigación muestra
también que el deterioro de la salud del bosque tropical se ceba con las
especies que ya están en una situación más complicada. Lo explica el ornitólogo
de la Universidad de Cornell (Estados Unidos) y coautor del trabajo, Alexander
Lees: "A menudo, las especies tropicales tienen nichos ecológicos reducidos
y son muy especializadas. El fuego y/o la tala causan cambios fundamentales en
la estructura forestal, reduciendo la biomasa y el dosel arbóreo y alterando el
microclima del lecho del bosque". Las selvas de Pará, por ejemplo,
albergan al 10% de las especies de aves del planeta y muchas solo se pueden ver
aquí.
"Los esfuerzos para
reducir la deforestación son vitales, pero no bastan", sostiene Joice
Ferreira, investigadora de la Corporación Brasileña de Investigación
Agropecuaria (Embrapa, por sus siglas en portugués), un organismo dependiente
del Ministerio de Agricultura. "Aunque las políticas para frenar la
deforestación en Brasil han sido muy exitosas, no llegan para proteger nuestros
ecosistemas forestales", añade.
El problema es que la
legislación se centró en la cantidad más que en la calidad, en el número de
árboles antes que en su variedad y salud. Además, las herramientas de control
de la deforestación no valen para detectar y frenar las otras interferencias
humanas: "Cada año, grandes porciones de bosque son quemados o talados
ilegalmente", recuerda Ferreira. Para ella, solo una acción urgente y que
apunte contra todas las interferencias humanas podría dar una oportunidad real
a la selva amazónica.
La tala de árboles, aún la selectiva, puede reducir a la mitad la biodiversidad de un bosque JOS BARLOW
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