domingo, 28 de enero de 2018

La energía que necesita la América Latina del futuro - Julio César Casma

Varios países de la región ya han iniciado el camino hacia economías con energías más sustentables. Exploramos el caso de Chile

¿Sabías que entre 2011 y 2030 el consumo de electricidad en América Latina y el Caribe crecerá un 80%, y que solo en Centroamérica el crecimiento será de más del 120%? El aumento demográfico de la región conllevará a un incremento en el uso de aparatos electrodomésticos y eléctricos, lo que, sumado a una mayor actividad industrial, disparará la demanda de energía ¿Cómo cubrirla de manera sustentable y que no agudice los efectos que ya se sienten en la región por el cambio climático? Dos palabras: energías renovables.


Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA por sus siglas en inglés), entre 2010 y 2015 en América Latina se invirtieron más de 80.000 millones de dólares en energías renovables no convencionales (ERNC - excluyendo las grandes hidroeléctricas). Y en la región, una cuarta parte de la energía primaria total proviene de fuentes renovables, lo que convierte a Latinoamérica en uno de los mercados más dinámicos en este sector.
Países como Brasil, Chile, México, Perú y otros, miembros de la Alianza de Energía y Clima de las Américas ya han iniciado el cambio hacia una economía menos intensa energéticamente, aprovechando sus abundantes recursos renovables y buscando aumentar su eficiencia económica mientras reducen sus necesidades de inversión en infraestructura energética.

El caso de Chile es de especial relevancia debido a su reciente impulso al desarrollo de energías renovables. Prácticamente el 100% de la población chilena tiene acceso a la energía. Sin embargo, el sector energético contribuye con el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero del territorio nacional. Asegurar el abastecimiento energético es clave para brindar precios de energía asequibles y expandir el acceso de servicios energéticos de calidad para las familias más vulnerables. Hablamos con Patricia Marcos, especialista en Energía del Banco Mundial, sobre los desafíos de Chile en materia energética.

Pregunta. ¿Qué relación existe entre pobreza y energía?

Respuesta. Existe una relación muy importante entre vulnerabilidad energética y pobreza, que va más allá del acceso al servicio eléctrico. Casi medio millón de hogares chilenos (15,7% de la población) invierte más del 10% de sus ingresos en calefacción, iluminación y cocción de alimentos.

Este gasto supone dejar de cubrir otras necesidades básicas, y expone a estos hogares, al usar medios energéticos de baja calidad como queroseno, parafina o leña para calentarse, a contaminar el interior de sus casas y aumentar el riesgo de enfermedades respiratorias, en particular en ancianos y niños pequeños. Estudios estiman que, en invierno, el 94% de los hogares chilenos tienen una temperatura por debajo de los 20 grados Celsius. Y según estadísticas de la Comisión Nacional de la Energía, el 24% de la energía en Chile se produce a partir de la quema de madera, sobre todo para la calefacción y la cocción. Ante esta situación, en 2015 el gobierno de Chile desarrolló la Política de Uso de la Leña y sus Derivados, que busca mejorar la forma en que estos productos se desarrollan, comercializan y consumen.
Para luchar contra la vulnerabilidad energética, un primer paso fue la aprobación de la Ley de Equidad Tarifaria en 2016, cuyo objetivo es nivelar las tarifas de distribución para los usuarios residenciales más vulnerables del sistema. Además, en su Política Energética 2050, Chile estableció como meta que, al 2035, el 100% de viviendas de familias vulnerables tengan acceso continuo y de calidad a servicios energéticos.

P. ¿Cuáles son los principales desafíos que Chile enfrenta en el sector energía?

R. Chile ha venido trabajando en los últimos años para abordar los desafíos clave para el sector como el aumento de la seguridad de suministro, la competencia y la asequibilidad en el tema de energía. Esto se ha logrado a través de reformas, por ejemplo, en las subastas para las licitaciones, en la transmisión de los servicios eléctricos y también en la equidad tarifaria. Sin embargo, aún existen retos estructurales, como los cambios en el sistema regulador, la intermitencia de las energías renovables y las consecuencias del cambio climático.

Uno de los principales desafíos es dar seguimiento a los objetivos y lineamientos estipulados en la Política Energética 2050, que busca el desarrollo energético sostenible del país. Asegurar el cumplimiento de sus metas a corto, mediano y largo plazo e impulsar a Chile en la planificación y operación del sistema eléctrico es crucial. En este marco, Chile ha mostrado un gran compromiso en posibles intercambios bilaterales de electricidad con países como Perú y Argentina.

Otro problema es el marco regulatorio para la distribución de electricidad. Chile aún necesita hacer reformas importantes para poder aprovechar las oportunidades que brindan los cambios tecnológicos como las redes inteligentes y así mejorar su eficiencia energética. En la actualidad, el consumo per cápita de energía en Chile es el doble del promedio de América Latina y la intensidad energética de las últimas dos décadas es casi el doble del promedio de los países de la OCDE.

P. ¿Cómo le va al resto de la región? ¿Qué desafíos existen en países como Argentina, Colombia o México?

R. Los principales retos a los que se enfrenta el sector energético en América Latina y el Caribe son varios, pero podemos mencionar los siguientes:
  • Gran aumento de los niveles de urbanización y concentración económica, y su consecuente impacto en el suministro de energía y en la calidad del aire;
  • Aparición de nuevas tecnologías disruptivas (energías renovables, sistemas y redes inteligentes, infraestructura de medición, sistemas almacenamiento y otros), que impulsarían la rápida transformación del modelo actual de prestación del servicio de energía y que requieren mayor conocimiento técnico;
  • Cambios en los patrones de los mercados energéticos mundiales (como el exceso de oferta de petróleo) con implicaciones para la seguridad energética, el comercio y el costo de la energía;
  • · Aumento del impacto del cambio climático en el suministro de energía y la seguridad energética (como la hidrología, daños a la infraestructura energética por condiciones climáticas extremas, etc.), y los compromisos políticos para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero;
  • Aumento de las restricciones financieras. El financiamiento de infraestructuras energéticas seguirá siendo un reto, y serán necesarios instrumentos de financiamiento innovadores como garantías, seguros climáticos, etc. para abordar los nuevos retos de carácter multidimensional.
Chile ha tomado la iniciativa, conjuntamente con otros países como Colombia o México, de abordar los nuevos escenarios a los que deberá enfrentarse el mercado energético. Por ejemplo, algunas de las principales prioridades de la Agenda Energética 2014-2018 son: reducir los precios de la electricidad (que en la licitación de suministro de 2017 han caído un 75% respecto al 2013), mejorar la competencia al ampliar el número de generadores en el mercado, y apoyar el desarrollo de una industria de energías renovables fuerte, aumentando así la competitividad.

P. ¿Es realmente posible lograr que el 70% del consumo de energía en Chile provenga de fuentes renovables antes del 2050?

R. La capacidad instalada de ERNC alcanzó el 16% a junio de 2017, y se espera que alcance para finales de este año el objetivo del 20% establecido para 2025, es decir, ocho años antes a lo establecido en la Ley de Energías Renovables. Este importante antecedente pone a Chile en la dirección correcta para lograr el 70% del suministro con energías renovables.

Además, Chile es el primer país de Sudamérica en implementar un impuesto sobre el carbono, que se aplicará en 2018. El Banco Mundial, a través de la Alianza de Preparación para los Mercados de Carbono (PMR en inglés), ha apoyado al Gobierno de Chile mediante el diseño de sistemas de medición, reporte y verificación, entre otros.

P. ¿Qué papel desempeña la energía geotérmica, recurso abundante en Chile?

R. La única planta geotérmica existente en Sudamérica se encuentra operativa en Chile desde abril de 2017 con una capacidad de 48 MW. A más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, Cerro Pabellón es la planta más alta del mundo. 

El país tiene un gran potencial geotérmico, pero su desarrollo aún es escaso debido principalmente a barreras financieras, económicas y regulatorias, y, recientemente, a los bajos precios obtenidos en las licitaciones de suministro.
En este sentido, el Banco Mundial está apoyando a Chile a través de una asistencia técnica de 3 millones de dólares del Fondo de Tecnología Limpia (CTF en inglés) que busca optimizar el marco político, fortalecer la capacidad de gestión para movilizar las inversiones en energía geotérmica, y mejorar las condiciones de mercado para promover el desarrollo del sector geotérmico.

Además, el Programa de Asistencia para la Gestión del Sector Energético(ESMAP por sus siglas en inglés), también está apoyando esta asistencia técnica a través de una donación de 500.000 dólares que tiene como principal objetivo ayudar en la identificación de barreras y posibles soluciones para promover la energía geotérmica en Chile.

Otro aspecto clave de la asistencia del Banco Mundial es el desarrollo de la Mesa de Geotermia que reúne al sector público y la industria geotérmica y que tiene como principales objetivos: estimar el costo de la energía geotérmica en Chile; analizar el impacto de la energía geotérmica en el sector eléctrico; e identificar potenciales políticas públicas que promuevan el desarrollo geotérmico.


Julio César Casma es productor online del Banco Mundial

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