Varios países de la región ya han iniciado el camino hacia economías con energías más sustentables. Exploramos el caso de Chile
¿Sabías que entre
2011 y 2030 el consumo de electricidad en América Latina y el Caribe crecerá un 80%, y que solo en Centroamérica el
crecimiento será de más del 120%? El aumento demográfico de la región
conllevará a un incremento en el uso de aparatos electrodomésticos y
eléctricos, lo que, sumado a una mayor actividad industrial, disparará la
demanda de energía ¿Cómo cubrirla de manera sustentable y que no agudice los
efectos que ya se sienten en la región por el cambio climático? Dos palabras:
energías renovables.
Según la Agencia
Internacional de Energías Renovables (IRENA por sus siglas en inglés), entre
2010 y 2015 en América Latina se invirtieron más de 80.000 millones de dólares en energías
renovables no convencionales (ERNC - excluyendo las grandes hidroeléctricas). Y
en la región, una cuarta parte de la energía primaria total proviene de fuentes
renovables, lo que convierte a Latinoamérica en uno de los mercados más
dinámicos en este sector.
Países como Brasil,
Chile, México, Perú y otros, miembros de la Alianza de
Energía y Clima de las Américas ya han iniciado el cambio hacia
una economía menos intensa energéticamente, aprovechando sus abundantes
recursos renovables y buscando aumentar su eficiencia económica mientras
reducen sus necesidades de inversión en infraestructura energética.
El caso de Chile es
de especial relevancia debido a su reciente impulso al desarrollo de energías
renovables. Prácticamente el 100% de la población chilena tiene acceso a la
energía. Sin embargo, el sector energético contribuye con el 75% de las emisiones
de gases de efecto invernadero del territorio nacional. Asegurar el
abastecimiento energético es clave para brindar precios de energía asequibles y
expandir el acceso de servicios energéticos de calidad para las familias más
vulnerables. Hablamos con Patricia Marcos, especialista en Energía del Banco
Mundial, sobre los desafíos de Chile en materia energética.
Pregunta. ¿Qué
relación existe entre pobreza y energía?
Respuesta. Existe una
relación muy importante entre vulnerabilidad energética y pobreza, que va más
allá del acceso al servicio eléctrico. Casi medio millón de hogares chilenos
(15,7% de la población) invierte más del 10% de sus ingresos en calefacción,
iluminación y cocción de alimentos.
Este gasto supone
dejar de cubrir otras necesidades básicas, y expone a estos hogares, al usar
medios energéticos de baja calidad como queroseno, parafina o leña para
calentarse, a contaminar el interior de sus casas y aumentar el riesgo de
enfermedades respiratorias, en particular en ancianos y niños pequeños.
Estudios estiman que, en invierno, el 94% de los hogares chilenos tienen una
temperatura por debajo de los 20 grados Celsius. Y según estadísticas de la
Comisión Nacional de la Energía, el 24% de la energía en Chile se produce a
partir de la quema de madera, sobre todo
para la calefacción y la cocción. Ante esta situación, en 2015 el gobierno de
Chile desarrolló la Política de Uso de la Leña y sus Derivados, que busca mejorar
la forma en que estos productos se desarrollan, comercializan y consumen.
Para luchar contra
la vulnerabilidad energética, un primer paso fue la aprobación de la Ley de
Equidad Tarifaria en 2016, cuyo objetivo es nivelar las tarifas de distribución
para los usuarios residenciales más vulnerables del sistema. Además, en
su Política Energética 2050, Chile estableció
como meta que, al 2035, el 100% de viviendas de familias vulnerables tengan
acceso continuo y de calidad a servicios energéticos.
P. ¿Cuáles son los
principales desafíos que Chile enfrenta en el sector energía?
R. Chile ha
venido trabajando en los últimos años para abordar los desafíos clave para el
sector como el aumento de la seguridad de suministro, la competencia y la
asequibilidad en el tema de energía. Esto se ha logrado a través de reformas,
por ejemplo, en las subastas para las licitaciones, en la transmisión de los
servicios eléctricos y también en la equidad tarifaria. Sin embargo, aún
existen retos estructurales, como los cambios en el sistema regulador, la
intermitencia de las energías renovables y las consecuencias del cambio
climático.
Uno de los
principales desafíos es dar seguimiento a los objetivos y lineamientos
estipulados en la Política Energética 2050, que busca el desarrollo energético
sostenible del país. Asegurar el cumplimiento de sus metas a corto, mediano y
largo plazo e impulsar a Chile en la planificación y operación del sistema
eléctrico es crucial. En este marco, Chile ha mostrado un gran compromiso en
posibles intercambios bilaterales de electricidad con países como Perú y
Argentina.
Otro problema es el
marco regulatorio para la distribución de electricidad. Chile aún necesita
hacer reformas importantes para poder aprovechar las oportunidades que brindan
los cambios tecnológicos como las redes inteligentes y así mejorar su
eficiencia energética. En la actualidad, el consumo per cápita de energía en Chile
es el doble del promedio de América Latina y la intensidad energética de las
últimas dos décadas es casi el doble del promedio de los países de la OCDE.
P. ¿Cómo le va al
resto de la región? ¿Qué desafíos existen en países como Argentina, Colombia o
México?
R. Los
principales retos a los que se enfrenta el sector energético en América Latina
y el Caribe son varios, pero podemos mencionar los siguientes:
- Gran aumento de los niveles de urbanización y
concentración económica, y su consecuente impacto en el suministro de
energía y en la calidad del aire;
- Aparición de nuevas tecnologías disruptivas
(energías renovables, sistemas y redes inteligentes, infraestructura de
medición, sistemas almacenamiento y otros), que impulsarían la rápida
transformación del modelo actual de prestación del servicio de energía y
que requieren mayor conocimiento técnico;
- Cambios en los patrones de los mercados
energéticos mundiales (como el exceso de oferta de petróleo) con
implicaciones para la seguridad energética, el comercio y el costo de la
energía;
- · Aumento del impacto del cambio climático en
el suministro de energía y la seguridad energética (como la hidrología,
daños a la infraestructura energética por condiciones climáticas extremas,
etc.), y los compromisos políticos para limitar las emisiones de gases de
efecto invernadero;
- Aumento de las restricciones financieras. El
financiamiento de infraestructuras energéticas seguirá siendo un reto, y
serán necesarios instrumentos de financiamiento innovadores como
garantías, seguros climáticos, etc. para abordar los nuevos retos de
carácter multidimensional.
Chile ha tomado la
iniciativa, conjuntamente con otros países como Colombia o México, de abordar
los nuevos escenarios a los que deberá enfrentarse el mercado energético. Por
ejemplo, algunas de las principales prioridades de la Agenda Energética
2014-2018 son: reducir los precios de la electricidad (que en la licitación de
suministro de 2017 han caído un 75% respecto al 2013), mejorar la competencia
al ampliar el número de generadores en el mercado, y apoyar el desarrollo de
una industria de energías renovables fuerte, aumentando así la competitividad.
P. ¿Es realmente
posible lograr que el 70% del consumo de energía en Chile provenga de fuentes
renovables antes del 2050?
R. La capacidad
instalada de ERNC alcanzó el 16% a junio de 2017, y se espera que alcance para
finales de este año el objetivo del 20% establecido para 2025, es decir, ocho
años antes a lo establecido en la Ley de Energías Renovables. Este importante
antecedente pone a Chile en la dirección correcta para lograr el 70% del
suministro con energías renovables.
Además, Chile es el
primer país de Sudamérica en implementar un impuesto sobre el carbono, que se aplicará
en 2018. El Banco Mundial, a través de la Alianza de Preparación para los
Mercados de Carbono (PMR en inglés), ha apoyado al Gobierno de Chile mediante
el diseño de sistemas de medición, reporte y verificación, entre otros.
P. ¿Qué papel
desempeña la energía geotérmica, recurso abundante en Chile?
R. La única
planta geotérmica existente en Sudamérica se encuentra operativa en Chile desde
abril de 2017 con una capacidad de 48 MW. A más de 4.000 metros sobre el nivel
del mar, Cerro Pabellón es la planta más alta del mundo.
El país tiene un gran
potencial geotérmico, pero su desarrollo aún es escaso debido principalmente a
barreras financieras, económicas y regulatorias, y, recientemente, a los bajos
precios obtenidos en las licitaciones de suministro.
En este sentido, el
Banco Mundial está apoyando a Chile a través de una asistencia técnica de 3 millones de dólares del Fondo de
Tecnología Limpia (CTF en inglés) que busca optimizar el marco político, fortalecer
la capacidad de gestión para movilizar las inversiones en energía geotérmica, y
mejorar las condiciones de mercado para promover el desarrollo del sector
geotérmico.
Además, el Programa de Asistencia para la Gestión
del Sector Energético(ESMAP por sus siglas en inglés), también está apoyando esta asistencia
técnica a través de una donación de 500.000 dólares que tiene como principal
objetivo ayudar en la identificación de barreras y posibles soluciones para promover
la energía geotérmica en Chile.
Otro aspecto clave
de la asistencia del Banco Mundial es el desarrollo de la Mesa de Geotermia que
reúne al sector público y la industria geotérmica y que tiene como principales
objetivos: estimar el costo de la energía geotérmica en Chile; analizar el
impacto de la energía geotérmica en el sector eléctrico; e identificar
potenciales políticas públicas que promuevan el desarrollo geotérmico.
21 NOV 2017 - 20:52 CET EL PAIS
Julio César Casma
es productor online del Banco Mundial
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