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La
destrucción de bosques en Venezuela continúa a tasas alarmantes. Según la FAO, la
CEPAL, el Banco Mundial y la OIMT (Organización Internacional de la Madera Tropical),
entre el 2000 y el 2010 se deforestaron en Venezuela un promedio de 280.000
hectáreas por año, lo que contribuye con la emisión anual de más de 140 millones
de toneladas de CO2. Sumado a las emisiones de CO2 por el consumo de combustibles
fósiles, el total se eleva a 10 toneladas por habitante. Venezuela se coloca
así entre los 20 países más contaminantes del planeta en emisiones de CO2 por
habitante
Sólo por
concepto del consumo de combustibles fósiles, Venezuela es el país de
América
Latina con mayores emisiones de CO2 por habitante en el 2014, el de mayores emisiones
acumuladas de CO2 por habitante durante el período 1970-2014 y el de mayores
emisiones de CO2 de la región por unidad del producto interno bruto.
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Según la
FAO y el Banco Mundial, la tasa de deforestación se redujo a un promedio de 164.000
hectáreas anuales durante el período 2010-2015 (
FAO Forest Resource Assessment 2015, WB WDI
Feb 2015). Las
emisiones promedio de CO2 por este concepto se reducen así a aproximadamente 82
millones de toneladas anuales. Para el 2015 los bosques naturales del país se
habían reducido a 45,7 millones de hectáreas.
Según el
Ministerio de Ambiente, entre el 2006 y el 2014 se reforestaron 45.000 hectáreas
a través de la Misión Árbol, menos del 3% de los 1.8 millones de hectáreas perdidas
en el mismo período por el avance de la deforestación (
FAO Forest Resource Assessment 2010 y 2015). Debido a
la enorme diferencia en biomasa entre lo que se deforesta y lo que se reforesta,
la
Misión
Árbol difícilmente ha compensado el 2% de las emisiones de CO2 provenientes de
la destrucción de bosques naturales en el país desde suestablecimiento en el
2006.
Según las
estadísticas del Ministerio del Ambiente, la superficie boscosa se redujo de 58
a 47,6 millones de hectáreas entre 1980 y el 2010, a una tasa promedio de 347.000
hectáreas anuales durante 30 años consecutivos (MPPA-Indicadores Ambientales 2012).
Se
reconoce así un crimen ecológico de gigantesca magnitud, cometido con absoluta
impunidad. Entre los responsables de este asalto contra la estabilidad de la
nación no sólo se encuentran ganaderos, agroindustriales, madereros y
latifundistas, sino también las autoridades competentes que permitieron tan
insólita destrucción
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Urge la
definición de una política nacional para reducir significativamente la contribución
de Venezuela al calentamiento global, detener la deforestación y la destrucción
del patrimonio genético de la nación, mejorar la eficiencia energética de la economía
nacional y minimizar el despilfarro de electricidad, gasolina, gasoil y gas natural.
Una de
las medidas más urgentes es impulsar un verdadero plan nacional para el
reverdecer
de la nación, con la plantación de al menos 6 millones de hectáreas en los próximos
20 años, especialmente en las cuencas hidrográficas más importantes para asegurar
el abastecimiento de agua a generaciones futuras, utilizando mezclas de especies
nativas de cada zona para reconstruir bosques permanentes similares a los que
alguna vez existieron en esos territorios. Un reto de esta naturaleza tiende inevitablemente
a capturar de la atmósfera el equivalente a 2.700 millones de toneladas de CO2
en 40 años. El costo de este reto a precios actuales sería de aproximadamente US$
5.000 millones, menos de 2 dólares por tonelada de CO2mitigado(US$1,85/ton CO2).
El
consumo de cada barril de petróleo emite en promedio 420 kilogramos de CO2. El costo
de mitigar tales emisiones es menos de un dólar por barril, equivalente a menos
del 2% del precio promedio de exportación del 2015($60/barril). Aunque en la actualidad
el precio internacional promedio se haya reducido a menos de US$ 30/barril, las
principales agencias especializadas en la materia, como la Agencia
Internacional de Energía, el American Petroleum Institute, el Banco Mundial, Bloomberg
y la OPEPentre otros, coinciden en estimar la nivelación del precio promedio en
aproximadamente US$ 60/barrilpara el 2016.
Venezuela
podría así exportar petróleo “verde”, libre de emisiones netas de CO2, invirtiendo
menos del 2% del precio promedio de exportación en la reconstrucción de bosques
permanentes con mezclas de árboles de especies nativas. El carbono removido de
la atmósfera a través de la plantación de 6 millones de hectáreas sería equivalente
al emitido por el consumo de un millón de barriles diarios de petróleo durante
20 años consecutivos. PDVSA podría así compensar parte de los daños ambientales
acumulados por la explotación petrolera, contribuiría a garantizar un suministro
más confiable de agua a generaciones futuras, minimizaría el impacto de sequías
e inundaciones y mejoraría su imagen corporativa y el acceso a los mercados.
Sin
embargo, no es necesario compensar la totalidad de las emisiones provenientes
del consumo de petróleo. Al menos durante las próximas décadas sería suficiente
equiparar las emisiones netas del consumo de petróleo con las que se generarían
si fuese reemplazado por gas. Esto implica reducir las emisiones netas en aproximadamente
un 40%, cuyo costo de amortización sería de aproximadamente medio dólar por
barril a precios actuales.
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Venezuela
puede negociar el desarrollo de proyectos de esta naturaleza con países como Estados Unidos, China, India y los
miembros de Petrocaribe, clientes de PDVSA, o a través del Fondo Verde y otros
mecanismos disponibles en las negociaciones del Acuerdo de París sobre el
calentamiento global. Las plantaciones pueden estar localizadas en cualquier
parte del mundo. La mitigación de las emisiones provenientes del consumo de
petróleo es de interés mutuo, tanto de Venezuela como país exportador como de
sus clientes en el extranjero. La protección de las fuentes de agua es
igualmente un interés prioritario compartido.
Venezuela
es uno de los 8 países con mayor diversidad genética del planeta, asociada principalmente
a sus bosques naturales. La deforestación implica la pérdida irreversible del
patrimonio genético de la nación, el principal legado de generaciones futuras.
Más del 80% de los bosques remanentes del país se encuentran al sur del
Orinoco, rio que divide a la nación en dos partes aproximadamente iguales en
superficie. Al norte del
Orinoco,
donde se encuentra la mayor parte de la población, los bosques cubren menos del
20% de la superficie. Se encuentran además fraccionados, intervenidos y severamente
degradados, con escasas probabilidades de sobrevivencia. Cerca de dos tercios
de la superficie forestal original de Venezuela al norte del Orinoco ya ha sido
destruida.
Una de
las consecuencias es la escasez de agua que hoy afecta a una buena parte de la
población venezolana, tanto para el consumo doméstico, como para la irrigación
de tierras agrícolas o la producción de energía eléctrica. La escasez más
pronunciada se registra en la altamente poblada zona costera central,
incluyendo a las ciudades de Caracas y los centros industriales de Valencia y
Maracay, una región con más de la mitad de los habitantes del país.
Otras
consecuencias incluyen la pérdida progresiva e irreversible de buena parte del patrimonio
biológico del país; un significativo aumento en la frecuencia e intensidad de sequías
e inundaciones, con daños a la producción agrícola, represas hidroeléctricas, sistemas
de irrigación, vías de comunicación, empresas y hogares; erosión y pérdida de
la fertilidad de los suelos; y crecientes dificultades en el suministro de
alimentos, medicinas, materiales de construcción y otros productos
tradicionalmente suministrados por los bosques a comunidades indígenas y
campesinas.
La
destrucción de bosques en Venezuela implica la pérdida de uno de los principales
soportes de modelos efectivamente sostenibles de desarrollo. De no establecerse
a corto plazo una política efectiva y coherente para la protección, el manejo y
el aprovechamiento de los recursos forestales del país, se estaría profundizando
un espantoso crimen contra intereses fundamentales de generaciones futuras.
Julio
César Centeno LA DEFORESTACIÓN EN VENEZUELA – Marzo 2016
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