El Acuerdo de Paris fue aprobado por las delegaciones de
193 países en diciembre 2015. Se abrió para su ratificación en la sede central
de la ONU en Nueva York desde el 22 de Abril 2016 hasta el 21 de Abril 2017.
De acuerdo con la Secretaría del Convenio Marco sobre el Cambio
Climático(UNFCCC), el Acuerdo
de París había sido
ratificado por 74 países para el 5 de Octubre 2016,
representando el 59% del total de emisiones globales de
gases de efecto invernadero. Según lo estipulado en su artículo 21, el Acuerdo de París entra en efecto 30 días después de que
haya sido ratificado por al menos 55 estados miembros de la convención,
abarcando al menos el 55% de las emisiones totales de gases de
efecto invernadero. Ban Ki-moon,
secretario general de la ONU, ha anunciado la activación del acuerdo a partir
del 4 de Noviembre 2016.
Entre los países que han ratificado el acuerdo se encuentran los
principales emisores: Estados Unidos, los países miembros de la Unión Europea,
China e India. En América Latina ha sido ratificado por Argentina, Brasil,
México, Bolivia, Perú, Cuba, Panamá, Belice, Guyana y Honduras.
“Si no actuamos con determinación ante el calentamiento
global, enfrentaremos migraciones masivas, ciudades sumergidas, naciones
desplazadas, destrucción de fuentes de alimentos y conflictos provocados por la
desesperanza... Debemos superar la pobreza sin condenar a nuestros niños a un
planeta más allá de su capacidad para repararlo”. Barack Obama, Asamblea General de
la ONU, septiembre 2016.
El objetivo del Acuerdo
de París es evitar que la
temperatura superficial promedio del planeta aumente más de 2°C para finales de
siglo con respecto al promedio de la época preindustrial. Esto implica, entre
otros factores, evitar que la concentración de CO2 en la atmósfera supere las
450 partes por millón (ppm). Sin embargo, el acuerdo no define ni la estrategia
ni la ruta para asegurar el logro de tales objetivos.
Para finales del 2015 el aumento en la temperatura superficial
promedio era de 1°C y la concentración de CO2 se encontraba en 400 ppm. Las tendencias actuales conducen hacia
un aumento en la temperatura superficial promedio entre 3,7 y 4,8°C para
finales de siglo en relación con la época pre-industrial (IPCC 2014).
Estas tendencias representan una emergencia planetaria sin precedentes en
la historia de la humanidad. Un aumento de 4°C no se ha registrado desde
mediados del Mioceno, hace 10 millones de años. Las tendencias actuales
conducen a la transformación del mundo que le dejamos a nuestros descendientes
más inmediatos en un planeta hostil y desconocido por la especie humana.
El Acuerdo de París es un collage
de contribuciones voluntarias, determinadas por cada país a su libre
albedrío, sin coordinación entre las partes, sin
carácter vinculante, sin condiciones o penalidades en caso de
incumplimiento. En el caso poco
probable de que todas estas expresiones voluntarias de
colaboración se cumpliesen a cabalidad, la
humanidad quedaría encauzada en una ruta tendiente a un aumento de temperatura
promedio entre 3°C y 3,5°C (1).
Estas limitaciones del Acuerdo de París quedaron plasmadas en el
numeral 17 de las conclusiones de la COP21: “La
Conferencia de las Partes observa con preocupación que los niveles estimados de
las emisiones agregadas de gases de efecto invernadero en 2025 y 2030
resultantes de las contribuciones previstas determinadas a nivel nacional no
son compatibles con los escenarios de 2°C”
El objetivo fundamental de descarbonizar la economía mundial, duramente debatido en las reuniones preparatorias y destacado como prioritario por el IPCC, quedó reducido a una vaga referencia: “las partes se proponen lograr que las emisiones alcancen un punto máximo lo antes posible" para luego “reducir rápidamente las emisiones” con la finalidad de “alcanzar un equilibrio entre las emisiones antropógenas por las fuentes y la absorción antropógena por los sumideros en la segunda mitad del siglo…” (artículo 4).
Para lograr el
objetivo de los 2°C con una probabilidad de al menos 66%, es necesario que las emisiones acumuladas de todos los gases de efecto
invernadero durante el período 1850-2100 se mantengan por debajo de las 3.670
giga-toneladas de CO2-equivalentes, mientras que sólo las de CO2 deben
limitarse a un máximo de 3.000 G-ton durante el mismo período. El presupuesto o
cupo máximo de emisiones disponibles para el período 2015-2100 es de apenas 855
giga-toneladas de CO2, lo
que implica dejar al menos dos tercios de las reservas probadas de
hidrocarburos bajo tierra (2).
El el uso objetivo de los 2°C
requiere mejoras sustanciales a los compromisos asumidos en París,
particularmente por parte de aquellos países que han contribuido mas a la
gestación de la amenaza climática que enfrenta hoy la humanidad entera. Los
países industrializados, con sólo el 18% de la población mundial, han generado
el 72% de las emisiones de CO2 acumuladas desde el año 1850 hasta el 2014. Sin
embargo, en el Acuerdo de París consiguieron
evadir sus desproporcionadas responsabilidades históricas.
Venezuela debe analizar con
detenimiento las delicadas implicaciones de la entrada en efecto del Acuerdo de París, cuyo objetivo
implícito es la superación, en sólo décadas, de la dependencia del desarrollo
económico mundial del consumo de petróleo y otros combustibles fósiles. Ya el
primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ha propuesto un impuesto a las
emisiones de CO2 de US$ 7,60 por tonelada a partir del 2018, con un aumento
anual de la misma magnitud para alcanzar los US$ 38 para el 2022. Se establecería
así, a corto plazo, un impuesto equivalente a US$ 16 por barril de petróleo.
Julio César Centeno - Oct 06 2016
Octubre 06 2016
No hay comentarios.:
Publicar un comentario