José Esquinas, colaborador de la FAO y gurú contra el despilfarro, aboga
por convertir el carro de la compra en uno de combate
Del
carro de la compra de estas Navidades, una tercera parte terminará en la
basura. Estas fechas son el máximo exponente de una incongruencia económica con
graves consecuencias medioambientales y sociales: se produce y se adquiere
mucho más de lo que se necesita. José Esquinas (Ciudad Real, 1945), profesor en
la Universidad Internacional de Ciencias Gastronómicas de Pollenzo (Italia),
exdirectivo de la FAO (la organización de la ONU para
la alimentación y la agricultura), con la que aún colabora, y exdirector de la
cátedra de estudios Hambre y Pobreza de la Universidad de Córdoba (España)
multiplica estos días su presencia en conferencias y actos para luchar contra
el despilfarro, para “convertir el carro de la compra en uno de combate”.
“Unos 800 millones de habitantes pasan hambre
en el mundo y de ellos, 17 millones mueren por esta causa cada año”,
destaca Esquinas. Mientras, 1.300 millones de toneladas de alimentos se pierden.
Solo en España, se desperdician 7,7 millones de toneladas al año, 169 kilos por
habitante. En 2020, según la Comisión Europea, el despilfarro ascenderá a 126
millones de toneladas de alimentos en la UE.
“Para
este derroche global se desforestan 15 millones de hectáreas anualmente.
Y para producir los alimentos que
nunca llegarán a consumirse se cultivan 1.400 millones de hectáreas, -28 veces
la superficie de España-, se gasta energía equivalente a 300 millones de
barriles de petróleo y se utiliza una cuarta parte del agua destinada a
agricultura. Todo este esfuerzo es para producir unos alimentos que no
terminarán en la boca del consumidor y, en gran parte, acabarán en la basura”,
detalla el profesor premiado por la FAO y el Gobierno español hace cuatro años.
Esquinas
dejó la Universidad Politécnica de Madrid para trabajar en principio seis meses
en el organismo de la ONU y se quedó 30 años. En ese tiempo ha recorrido el
mundo en la lucha contra el hambre, admite la complejidad de un sistema agroalimentario ineficiente e
injusto, pero apunta recetas fácilmente comprensibles: “Pensar global y actuar
local” y “hacer de la compra un acto político”.
Un 17% del salario para alimentos
Este
doctor en Genética por la Universidad de California apunta medidas para todas
las partes implicadas como favorecer la agricultura familiar, la producción más
cercana al consumidor, reutilizar, reciclar y trabajar en facilitar el acceso
de toda la población a los alimentos. Estas son algunas fórmulas que reducirían
el nivel de desperdicio y permitirían sacar más provecho del gasto en
alimentación, al que los españoles destinan el 17% del salario.
También
apunta a los Gobiernos, que asisten, como en el caso de España, a este festival
del derroche sin medidas que lo eviten. En otros países europeos, los
restaurantes exhiben sellos que certifican la reutilización de excedentes o se
pagan más impuestos en función de la basura generada. En Francia, desde
julio, los supermercados de más de 400
metros cuadrados tienen prohibido desechar productos perecederos y
están obligados a su reutilización.
En el
otro lado de la cadena se encuentran productores y comercializadores, que
generan y distribuyen más de lo que se necesita. La asociación de empresas de
gran consumo AECOC, donde los españoles realizan el 72% de sus compras, calcula
que un 2,42% de los productos no llega nunca a comercializarse y admite que
esta situación es “un despilfarro que tiene un
elevado impacto económico, social y
medioambiental”. Javier Campo, presidente de esta entidad, lo destacó en el
último congreso, celebrado en Sevilla, donde abogó por compatibilizar las
necesidades de crecimiento y de rentabilidad económica con un modelo de
desarrollo eficiente, sostenible y transparente.
Solo
el grupo DIA, que forma parte de la iniciativa de la AECOC contra el
derroche y para el “aprovechamiento de excedentes”, ha
recogido y entregado este año más de 4,5 millones de kilos a bancos de
alimentos en cinco países (España, Portugal, Brasil, Argentina y China), un 14%
más que el pasado año.
Entre
los productores, la tendencia del mercado global certifica la creación de
oligopolios que imponen sus estrategias. La multinacional agroquímica Monsanto se ha unido a Bayer,
generando un gigante de 58.500 euros que domina el negocio de semillas y de
pesticidas a escala global. Dow Chemical y DuPont han hecho lo mismo.
El colaborador de la FAO José Esquinas, en una tienda de alimentación de Córdoba. PACO PUENTES
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