El calentamiento global se cebará
con la biodiversidad de América del Sur y Oceanía
Hagan lo que hagan los políticos en sus
cumbres contra el cambio climático,
buena parte de las especies del planeta están ya condenadas a desaparecer. Una
revisión de los últimos estudios que han analizado la relación entre el
calentamiento global y la biodiversidad muestra que, en el peor de los
escenarios, una de cada seis especies de animales y plantas se extinguirá.
Aunque la debacle afectará a todas las ramas del árbol de la vida,
geográficamente se cebará con América del Sur y Oceanía.
Los últimos informes del Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) dibujan una serie de escenarios
para finales de siglo, las llamadas trayectorias de concentración
representativas (RCP). El destino final de cada trayectoria es una determinada
concentración de dióxido de carbono y, como gas de efecto invernadero que es,
un aumento de la temperatura asociado. Partiendo de la situación actual, donde
hemos superado la cifra de 400 partes por millón (ppm) de CO2, el
escenario más optimista (el RCP 2,6) plantea un aumento de la temperatura media
global de 2º. Otros escenarios más realistas, cifran el incremento del
calentamiento global entre 3º y 4º, escenarios RCP 6,0 y RCP 8,5
respectivamente.
¿Cómo afectará este aumento de la
temperatura a los ecosistemas? ¿Tendrán las distintas especies capacidad para
adaptarse al calentamiento? ¿Qué seres vivos son más vulnerables? Esas son
algunas de las preguntas que muchos biólogos y ecólogos intentan responder
desde que empezó a hablarse de cambio climático, a finales del siglo pasado.
Ahora, el biólogo de la Universidad de
Connecticut (EE UU),
Mark Urban, ha recopilado más de un centenar de estudios centrados en la
conexión entre calentamiento global y extinción de especies. Los hay sobre un
par de especies y los hay que superan las 24.000. Los resultados de su revisión
no son muy optimistas.
Aunque las especies
endémicas son las más expuestas a la extinción, todos los órdenes de la vida
serán afectados
"Para el escenario RCP 6,0, yo calculo
un porcentaje de extinción del 7,7% y para el RCP 8,5, la estimación sube hasta
el 15,7%", dice en un correo Urban. Ambas rutas son las que están ganando
más aceptación entre los científicos del clima. Eso significa que en el segundo
caso (donde la temperatura media subiría por encima de 4º), una de cada seis
especies del planeta tendría muchas papeletas para desaparecer. Pero es que,
incluso siendo muy optimista, con un aumento de solo 2º (el objetivo de cada
cumbre climática), el riesgo de extinción afectaría al 5,2% de las especies.
El daño que el cambio climático está
haciendo a la biodiversidad tiene muchas caras. El mismo aumento de temperatura
que reduce el hábitat natural del oso polar está estresando a muchas especies
de anfibios de las selvas tropicales. En las áreas de clima mediterráneo,
siempre al borde de la desertización, un grado extra de temperatura ya es todo
un desafío para animales y plantas. En las zonas templadas, el adelanto de la
primavera está descolocando a muchas especies que habían emparejado su destino
al de la floración y fructificación de los árboles.
"Sorprendentemente, no he encontrado
un efecto del grupo taxonómico sobre el riesgo de extinción", comenta un
Urban que ha dedicado cinco años a analizar la creación científica sobre este
tema. Como muestra en su trabajo, publicado en la revista Science, no hay
especies más preparadas o más vulnerables ante el cambio climático. La
excepción a esta norma son las endémicas. Ya sea por su delicada situación
actual (escaso número, reducida variabilidad genética...) o por lo reducido de
su hábitat, los animales y plantas endémicos tienen un riesgo extra de
desaparecer frente a las demás que Urban estima en un 6%.
Donde sí hay diferencias es en la
distribución geográfica de las extinciones. Aunque la desaparición de especies
será un fenómeno global, la mayoría de los estudios analizados señalan que las
zonas más afectadas serán América del Sur, Australia y Nueva Zelanda. El
impacto será menor en el hemisferio norte. Pero, como lamenta Urban, no ha
encontrado demasiados estudios para el caso de Asia y aún menos para África.
"Mi estudio no puede determinar las
razones exactas de estas diferencias regionales", aclara este experto en
biología evolutiva. "Sin embargo, América del Sur, Australia y Nueva
Zelanda albergan muchas especies con reducida distribución, lo que implica que
ya tienen hábitat reducidos que podrían desaparecer más fácilmente",
explica. En el caso de las dos últimas, además, su carácter insular supone que
las especies más dinámicas no podrán trasladarse a otras zonas a medida que el
calentamiento altere sus ecosistemas originales.
El trabajo de Urban no pone fecha de
caducidad a las especies, así que los porcentajes obtenidos no implican que
vayan a desaparecer en este siglo. "Son procesos que pueden llevar más
tiempo", recuerda. Pero de lo que sí está convencido es que el cambio
climático, además de llevar a la extinción de muchas especies en el futuro,
está acelerando su final.
Extinciones
del pasado para ver el futuro
La revista Science publica también esta semana otro estudio que
busca en el pasado pistas para determinar el riesgo de extinción de las
especies a las que les ha tocado vivir en la era del cambio climático provocado
por los humanos. Los investigadores se remontaron 23 millones de años atrás
para ver qué animales son más vulnerables a las alteraciones climáticas. Aunque
este trabajo se centra en los ecosistemas marinos, sus conclusiones casi calcan
las de Urban.
La investigación, que se basa en el
registro fósil, muestra cómo los animales con una distribución geográfica menor
son los que mayores tasas de extinción tuvieron en el pasado. De nuevo, el
factor de riesgo del endemismo. Como en el estudio anterior, también
comprobaron que la extinción tiende a ser mayor en unas zonas que en otras.
"Nuestro objetivo era diagnosticar qué
especies son vulnerables en el mundo usando el pasado como guía", escribe
en una nota el biólogo de la Universidad de California Berkeley y coautor del
estudio, Seth Finnegan. Sobre esa base, los investigadores señalan que
delfines, ballenas y focas, todos mamíferos, tienen una mayor probabilidad de
extinguirse que los tiburones o los corales. Los bivalvos, por ejemplo, tienen
una décima parte de riesgo que los mamíferos.
En el mapa que han dibujado con sus
conclusiones sobre el impacto de los humanos en los ecosistemas marinos vuelven
a aparecer entre los más perjudicados los de los mares que rodean a Australia y
Nueva Zelanda, a los que se añaden el mar Caribe y la vida del océano
Antártico. De nuevo, es el norte del planeta el que sale mejor parado.
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