Ségolène Royal
percibe un cambio importante en el compromiso climático de EE UU
Excandidata a
la presidencia de la
República, Ségolène Royal (Dakar, 1953) es la responsable de una cartera
prioritaria para el Gobierno francés: la energía y la transición hacia una
economía verde. Como presidenta de la delegación francesa en la Cumbre del
Clima, ha llegado a la cita internacional con buen expediente: una ambiciosa
ley que promueve las
energías renovables, la reducción del consumo de energía, la construcción de
edificios energéticamente eficientes y el techo a la nuclear. En su contra,
cuenta con decisiones polémicas. Ha impedido o retrasado el tráfico
alterno cuando París
ha sufrido los últimos picos de contaminación, ha enterrado la ecotasa ya en
marcha para vehículos pesados -siendo en el pasado partidaria de los impuestos
ecológicos- y ha postergado para después de esta legislatura el cierre de
la vieja central nuclear de Fessenheim, un asunto que rechaza tratar
en esta entrevista realizada en las oficinas de Le Bourget donde se desarrolla
la COP21, la Cumbre del Clima.
Pregunta. ¿Confía
usted en el éxito final de la Cumbre del Clima?
Respuesta. Los jefes de
Estado se han comprometido tanto que es impensable que esto fracase.
P. ¿El objetivo
es solo firmar un acuerdo?
R. Los jefes de
Estado han suscrito compromisos, como la alianza por la energía solar. La idea
del precio del carbono progresa. Los grandes países han anunciado que
duplicarán sus inversiones en renovables. Ahora tenemos que acordar iniciativas
operativas que permitan afrontar los desafíos climáticos. Debemos concretar.
Hay un acuerdo sobre la financiación. No se trata solo de poner los 100.000
millones de dólares anuales, sino de cómo administrarlos. Se están fijando
objetivos: por ejemplo, financiar tejados fotovoltaicos para 10.000 escuelas en
África o electrificar miles de ciudades en ese continente.
P. Hace unas
semanas, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, rechazaba un
acuerdo vinculante en París. Sin embargo, el presidente Obama luego habló aquí
de “elementos vinculantes”. ¿Percibe usted un cambio importante en la posición
de Estados Unidos?
R. La opinión
pública ha evolucionado mucho. Barack Obama nos dijo que el último sondeo
demuestra que dos tercios de los americanos quieren un acuerdo vinculante.
Estuvo presente en el debate sobre el precio del carbono, con Bill Gates, y
sobre el aumento de las inversiones en renovables. Nos habló de la necesidad de
reducir las energías fósiles, lo que viniendo del presidente de un país con
gran peso de producción petrolera es una importante evolución.
P. Francia ha
querido llegar aquí como un modelo de transición energética. ¿Lo ha conseguido?
R. Tenemos la
credibilidad de haber aplicado lo que esperamos como punto de salida de la
COP21. Este es un raro país que ha aprobado ya el precio del carbono para 2020
y para 2030 y que obliga a las empresas, en un artículo de la ley, a integrar
el riesgo climático y las inversiones verdes en su balance anual.
P. Fuera no se
entiende muy bien la posición francesa respecto a la energía nuclear.
R. La posición
está contenida en la ley. Hay que recordar que la energía nuclear es
decarbonada, pero que implica otros problemas: los desechos nucleares y la
importación de uranio, por ejemplo. La proporción de la nuclear es demasiado
importante y necesitamos diversificar el modelo energético. Es lo que recoge la
ley: la energía nuclear va a bajar del 75% al 50% de la producción de
electricidad y, paralelamente, la renovable debe elevarse al 40%. Cuando se
pongan en marcha nuevos reactores, otros deberán cerrarse. Para Francia es una
revolución.
P. Alemania ha
decidido abandonar la energía nuclear. ¿No hubiera sido mejor opción para
Francia?
R. Eso depende
del precio de las renovables. Desde el punto de vista económico esto es
importante para un país. No podemos olvidar que heredamos un sistema y que no
podemos reescribir la historia. Algunas centrales francesas están en el tramo
final de su vida y ya están amortizadas, lo que reduce el precio. En Francia,
el consumidor paga menos que en Alemania.
P. La transición
energética francesa es una amenaza para la industria del petróleo y del
automóvil. ¿Qué negociaciones mantiene usted con estos sectores?
R. La mutación es
necesaria. Hay que avanzar hacia el vehículo limpio, el de hidrógeno o
eléctrico. Es inevitable. No se puede lamentar que haya miles de muertos por el
calentamiento global y esperar sin embargo 40 o 50 años para tener transportes
limpios. Hay que reaccionar ahora.
P. Se han hecho
muchas promesas para esta cumbre. ¿Teme que el resultado sea al final
decepcionante?
R. Cada país debe
concretar sus acciones y acelerar el proceso. Es lo que yo quiero hacer después
de la COP. En todos los países loslobbies son fuertes: siempre tienen una buena
razón para no hacer nada. Pero esta cumbre nos debe dar fuerza para continuar
con los cambios en nuestras sociedades.
Entrevista realizada con
socios de la LENA (Leading European Newspaper Alliance)
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