Las energías renovables no
pueden proporcionar el sobreconsumo energético que hoy nos parece “normal”,
aunque sí podrían abastecer a una sociedad que hubiese aprendido lo que
significan suficiencia y eficiencia en el consumo energético
Gorona del Viento es una
buena iniciativa, aunque mucho más modesta de lo que la propaganda mediática
quiere hacer creer, que llega con tres decenios de retraso. Y para proporcionar
a largo plazo la base energética de una sociedad sustentable, esta requeriría
un marco político –poscapitalista y ecosocialista– y un marco moral –de
autocontención– que estamos muy lejos de haber construido
Hay una pregunta materialista vulgar que
oímos a menudo referida a empeños y actividades humanas: ¿quién lo paga?
En la naturaleza, la "divisa
fuerte" es la energía. Se cobra y se paga en energía. También sucede así
en la economía humana, que no se halla al margen de la naturaleza –a pesar de
las ilusiones que alienta la teoría económica estándar. Ante las actividades de
producción y consumo de los seres humanos, hemos de preguntar: ¿quién lo paga
–es decir, con qué base energética se realiza? Y es que casi todas las
actividades humanas se entienden mejor si pensamos primero en términos de
energía (cuidando de no incurrir en determinismo energético; y abordando
también, desde luego, los aspectos culturales, políticos, económicos, etc. de
tales actividades). Pues de la energía disponible para una sociedad depende
casi todo lo demás.
Esto sucede también si indagamos en
posibles transiciones ecosociales hacia la sustentabilidad: ¿cómo afectaría a
nuestras sociedades lo más básico de esos cambios, a saber, la necesaria
transición energética desde la matriz actual basada en combustibles fósiles
hacia un sistema energético nutrido con fuentes renovables?
Un desarrollo reciente –la electrificación
parcial de la isla canaria del Hierro con energías renovables— pueda servirnos
como "miniestudio de caso" para juzgar de forma realista las
posibilidades de "solución técnica" para los problemas
socioecológicos, en los contextos reales donde nos movemos. "El Hierro
prescinde del petróleo", se anunciaba a bombo y platillo hace dos años en
prensa y televisión. El 27 de junio de 2014 se inauguró la central hidroeólica
de Gorona del Viento (abreviaremos CHE), permitiendo a los diez mil habitantes
de la isla canaria abastecerse parcialmente de electricidad renovable (eólica,
para ser más precisos). Cinco aerogeneradores, dos depósitos de agua a
diferente altura y un sistema de bombeo conforman lo esencial del dispositivo.
¿Un motivo de alegría, verdad? ¿Una iniciativa
ejemplar? Sí y no. Reparemos en que el proyecto nació en 1981: y se materializa
parcialmente, con gran fanfarria propagandística, 33 años más tarde. No es este
el lugar para contar la historia política menuda de este retraso: en realidad,
las mismas fuerzas que pusieron palos en las ruedas son las que hoy intentan
colgarse las medallas, como bien saben las y los ecologistas canarios. El
juicio de Federico Aguilera Klink (catedrático de la Universidad de la Laguna,
y uno de los mayores expertos de nuestro país en economía ecológica) sobre
Gorona del Viento es muy severo: "…un bluff más que otra cosa, no es nada
de lo que dicen los medios masivos que ‘repiten’ notas de prensa de un gobierno
que ignora el medio ambiente, el territorio, la democracia y las energías
renovables y que, después, de impulsar la construcción disparatada del Puerto
de Granadilla, descatalogando especies protegidas, ahora se apunta a lo de El
Hierro como si fuese una revolución -no lo es- que han impulsado ellos…"
(comunicación personal, 28 de junio de 2014).
Más de tres decenios para hacer a medias
lo que hubiera debido desplegarse rápidamente a partir de los años setenta del
siglo XX, en paralelo con importantes transformaciones económicas, sociales y
culturales… Y al final, lo que tenemos es un proyecto piloto, uno más.
Afirmaciones propagandísticas como "con la CHE se habrá conseguido el
objetivo de ser 100% renovable", o "con la CHE conseguiremos el
autoabastecimiento energético de la isla", o "la isla es un paraíso
sostenible" (Teguayco Pinto, titulado " La isla de
El Hierro, un paraíso sostenible",
11 de julio de 2016) están completamente fuera de lugar. El Hierro sólo ha logrado
prescindir de una parte pequeña del petróleo con que la isla está funcionando
actualmente… Veámoslo.
En el Hierro se venían consumiendo cada
año unos 15.150 TEP (toneladas de equivalente de petróleo) en hidrocarburos
(177.000 mWh aproximadamente), de los cuales antes de la CHE el 23% se
destinaba a la generación eléctrica con grupos diésel. Hasta 2014 la generación
eléctrica a partir de las energías renovables era insignificante, un 0,8%
Antes de la entrada en funcionamiento de
la CHE, se estimaba que como máximo podría sustituir el 70% de la energía
eléctrica consumida en la isla. Sin embargo, los ingenieros Sergio González y
Juan Lorenzo (que han participado tanto en la redacción de su proyecto como en
su posterior construcción) estimaban que a causa de la estacionalidad del
régimen de vientos en la isla, la generación de la CHE no superaría el 55% de
la demanda. De hecho, tras un par de temporadas en funcionamiento, el cuidadoso
estudio de Roger Andrews (" El Hierro
completes a year of full operation", Energy Matters, 11 de julio de 2016) muestra que la CHE está proporcionando el 34,6% de la
electricidad que consumen los herreños y herreñas: una tercera parte del consumo…
sólo de electricidad, cuyo consumo total, recordemos, supone el 23% del consumo
de energía de los isleños. En suma, Gorona del Viento aporta apenas el 8% de la
energía usada en el Hierro; el 92% restante sigue siendo energía fósil. No es
como para echar las campanas al vuelo, ¿verdad?
El coste estimado del proyecto, señala
Pedro Prieto (comunicación personal, 19 de julio de 2016), supera los 80
millones de euros; si lo hubiesen tenido que pagar a escote los diez mil
herreños y herreñas, tocarían a unos 8.000 euros por cabeza. ¿Esto es mucho o
poco –por el 34% de su consumo eléctrico, que una vez hecha la inversión
saldría casi gratis durante varios decenios? Depende.
Lo que muestra la CHE de Gorona del
Viento es –discúlpese el trazo grueso de las tres conclusiones que siguen–: A)
Las dificultades para la transición energética hacia la sustentabilidad, en un
entorno político y económico hostil, son enormes (cuando lo que haría falta son
transformaciones estructurales muy profundas, lo que tenemos son pequeños
proyectos piloto… que llegan con retraso y en muchos casos sirven para
adormecer o enjalbegar algunas conciencias inquietas, mientras la destrucción
causada por el productivismo/ consumismo sigue desplegándose a gran escala). B)
Sin reducir drásticamente la movilidad motorizada, no hay manera de que encajen
las piezas del rompecabezas de la transición energética (el grueso del consumo
energético no eléctrico mueve los motores de nuestros insostenibles sistemas de
transporte). C) Las energías renovables no pueden proporcionar el sobreconsumo
energético que hoy nos parece "normal", aunque sí podrían abastecer a
una sociedad que hubiese aprendido que significan suficiencia y eficiencia en el consumo energético (reduciéndolo
a una décima parte aproximadamente del actual).
En definitiva, Gorona del Viento es una
buena iniciativa (aunque mucho más modesta de lo que la propaganda mediática
quiere hacer creer) que llega con tres decenios de retraso. Y para proporcionar
a largo plazo la base energética de una sociedad sustentable (en una pequeña
isla, en este caso), esta CHE requeriría un marco político –poscapitalista y
ecosocialista— y un marco moral –de autocontención— que estamos muy lejos de
haber construido. Y que por desgracia queda muy lejos del "sentido
común" que hoy por hoy siguen cultivando las mayorías sociales.
Jorge Riechmann
26/07/2016 - 20:08h
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