El gobierno de Nicaragua da luz verde a la
construcción de un canal interoceánico, desoyendo todas las recomendaciones y
estudios independientes de los principales científicos nacionales e
internacionales y la voz de su pueblo.
Ecologistas en Acción recibirá los próximos
días 27 y 28 de noviembre la visita de la abogada ambientalista Mónica López
Baltodano, experta en cambio climático y directora ejecutiva de la Asociación
Popol Na, que llega a Europa pidiendo apoyo internacional contra la violación
de derechos humanos, la venta de la soberanía y la destrucción irreversible de
la biodiversidad y el agua dulce en Nicaragua, con la conferencia: ¿Por
qué decimos NO al Canal?
Mientras el ministro para políticas públicas Paul
Oquist clama por acuerdos de justicia climática para Nicaragua en la próxima COP21, el gobierno
del que forma parte da luz
verde a la construcción de un canal interoceánico en ese país,
canal que lo parte en dos y que amenaza gravemente el lago Nicaragua o
Cocibolca, desoyendo todas las recomendaciones y estudios independientes de los
principales científicos nacionales e internacionales.
Como ya publicamos en
su día, el gobierno de Nicaragua aprobó la concesión del proyecto canalero a un
empresario chino a finales del 2013, sin el conocimiento de su población, a
través de una ley, la 840. En ella no se trata solamente de construir una gran
zanja, de estropear irreversiblemente el agua potable del lago, de secar ríos y
talar selvas para construir la presa Atlanta, de sumergir el archipiélago de
Solentiname o hacer libre comercio en Ometepe, al tiempo que se desplaza a
miles de personas tras apropiarse de sus tierras.
Se trata, también, de cambiar la constitución de un
país sandinista en 48 horas, sólo porque el gobierno tiene secuestrado al
símbolo y a la bandera, pero es dirigido y aconsejado por el capitalismo
salvaje. Vender la soberanía de todo un pueblo es un dramático ejemplo de los
extremos a que puede conducir una mayoría parlamentaria extraviada.
La historia reciente de Nicaragua, como la nuestra,
habla de cientos de miles de muertos para conseguir la democracia y de una
vuelta a estados represivos amparados por una constitución que no es para el
pueblo, sino que lo reprime brutalmente con la militarización de las zonas en
conflicto, la aprobación de leyes en secreto que afectan a millones de personas
y la imposición por la fuerza de decretos por hora, que hipotecan el futuro de
lo que no les pertenece.
Afortunadamente, aún queda sandinismo en Nicaragua y
fuera de ella. Como ya escribiera la poeta nicaragüense Esthela Calderón en su
árticulo, El Canal, Bosawas, la Madre Tierra y
otros cuentos, el respeto a la Carta de Derechos de la Madre
Tierra, a la que se adhirió ese país en 2010, debe ser obligatorio. Así mismo,
Ernesto Cardenal ha desplegado pancartas y ha seguido recitando poemas de amor
y lucha por el lago Cocibolca. Todas las asociaciones científicas y
ambientalistas independientes de Nicaragua se han unido a las protestas de las
comunidades campesinas e indígenas, agrupadas en el
Consejo Nacional para la Defensa de la Tierra, Lago y Soberanía Nacional, en un esfuerzo sin precedentes
y sin ayuda internacional, capaz de levantar la voz.
El pasado 27 de octubre convocaron una marcha nacional
pacífica, la número 53 de las que se han estado realizando hasta la fecha
contra el proyecto del canal. En la primera de ellas hubo una grave represión
por parte de los militares y la policía de Daniel Ortega, que está denunciada
en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ahora, han optado por otra
estrategia: la convocatoria de una contra-marcha, con el lema: “Trabajo y Paz,
Unida Nicaragua Triunfa", en la que el gobierno utilizó los recursos
públicos para la intimidación y la paralización del derecho de manifestación de
la población campesina. Sin embargo, Managua se llenó de camiones con gente,
como Francisca ”chica” Ramírez, que luchan pacíficamente
contra la imposición por la fuerza de un cambio climático irreversible y
genocida, no sólo para la franja del Canal, sino para toda la geodinámica del
centro del planeta.
Estamos todavía, aquí, cerca de 8.000 millones de
humanos y otros miles de billones de seres vivos. Aún luce el sol, hay viento y
llueve agua dulce. Y sin embargo, la distribución de los cuatro elementos es
desigual, algo que los científicos han sabido desde el principio. Esto
introduce una nueva arma de guerra que no había sido usada hasta ahora. En
medio de las clásicas tácticas de saqueo, extorsión y devastación del
territorio, hay una nueva guerra en marcha que consiste en alterar el clima de
forma irreversible. Y no nos estamos refiriendo a las técnicas de
geoingeniería.
Nos referimos a algo mucho más elemental: tala de
árboles, pérdida de la biodiversidad en una zona determinada, destrucción de
sus fuentes de agua o control sobre las mismas, algo esencial para hacerse con
el control absoluto de la zona: extinción de las poblaciones autóctonas e
indígenas- o lo que es lo mismo- evacuación forzosa de los habitantes de un
determinado lugar porque condenándolos al exilio, educándolos convenientemente
en el olvido de sus saberes, y desapegándolos de su cultura, lo demás llega
rodado.
En España está pasando. En Europa no digamos.
Intervención directa de los mercados y sus secuaces disfrazados de expertos,
políticos y magistrados que atacan directamente y sin pelos en la lengua a los
países que quieren comprar, obligándoles a invertir en infraestructuras, pero
no en cualquiera de ellas. Sino en las que hacen zanjas. En las grandes
empresas de ingeniería que destruyen cauces de ríos para hacer presas en las
que controlar futuras aguas vendibles; en las otras de más allá: zanjas bajo el
subsuelo que canalizan cadáveres de antepasados para el respiro de tubos de escape.
Y en las veloces. La velocidad con la que destruimos es importante, porque el
tiempo de las acciones humanas es esencial. Por tanto, abandonamos las vías y
los pasos que nos permitían viajar en grupo, desechamos el transporte que une
personas y proyectamos AVES de tierra y aire, que corren mucho para llegar a
ninguna parte.
En Centroamérica y las regiones del ecuador del mundo
también se están preparando para repartirse el pastel. Dentro de los proyectos
apoyados por el FMI o el BID y demás organizaciones mercantiles y económicas,
con gran protagonismo de la nueva China capitalista, cabe citar los que ya
están acabados y a punto de inaugurarse: La ampliación del Canal de Panamá que está completada.
La subasta del 30% del territorio ecuatoriano, dentro de la reserva Yasuní y
del parque Cóndor también a empresas chinas. La intención del gobierno de
Guatemala de hacer su propio “corredor seco”, dentro de la Comisión
Binacional Guatemala-El Salvador, que unirá los puertos de Acajutla en El
Salvador y Barrios y Santo Tomé de Castilla en Guatemala; la privatización y
ampliación de los muelles en Costa Rica; el “corredor logístico” que une las
costas de Honduras (2016) y por supuesto, el Proyecto del Canal Interoceánico
de Nicaragua.
Aquí en España, Ecologistas en Acción recibirá los
próximos días 27 y 28 de noviembre la visita de la abogada ambientalista Mónica
López Baltodano, presidenta de la Asociación Popol Na, que llega a Europa
pidiendo apoyo internacional contra la violación de derechos humanos, la venta
de la soberanía y la destrucción irreversible de la biodiversidad y el agua
dulce en Nicaragua. Ese gran país hermano para el que solicitamos apoyo urgente
de las políticas internacionales que defienden la vida, de las asociaciones
ecologistas y ambientalistas y de la ciudadanía anónima comprometida.
Inés Corraliza / Jorge Riechmann
23/11/2015 - 21:42h
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