sábado, 10 de febrero de 2018

Planeta vendepatrias o la perversión de la palabra clima: el caso de Nicaragua - Inés Corraliza / Jorge Riechmann

El gobierno de Nicaragua da luz verde a la construcción de un canal interoceánico, desoyendo todas las recomendaciones y estudios independientes de los principales científicos nacionales e internacionales y la voz de su pueblo.

Ecologistas en Acción recibirá los próximos días 27 y 28 de noviembre la visita de la abogada ambientalista Mónica López Baltodano, experta en cambio climático y directora ejecutiva de la Asociación Popol Na, que llega a Europa pidiendo apoyo internacional contra la violación de derechos humanos, la venta de la soberanía y la destrucción irreversible de la biodiversidad y el agua dulce en Nicaragua, con la conferencia: ¿Por qué decimos NO al Canal?
Mientras el ministro para políticas públicas Paul Oquist clama por acuerdos de justicia climática para Nicaragua en la próxima COP21, el gobierno del que forma parte  da luz verde a la construcción de un canal interoceánico en ese país, canal que lo parte en dos y que amenaza gravemente el lago Nicaragua o Cocibolca, desoyendo todas las recomendaciones y estudios independientes de los principales científicos nacionales e internacionales.
Como ya publicamos en su día, el gobierno de Nicaragua aprobó la concesión del proyecto canalero a un empresario chino a finales del 2013, sin el conocimiento de su población, a través de una ley, la 840. En ella no se trata solamente de construir una gran zanja, de estropear irreversiblemente el agua potable del lago, de secar ríos y talar selvas para construir la presa Atlanta, de sumergir el archipiélago de Solentiname o hacer libre comercio en Ometepe, al tiempo que se desplaza a miles de personas tras apropiarse de sus tierras.
Se trata, también, de cambiar la constitución de un país sandinista en 48 horas, sólo porque el gobierno tiene secuestrado al símbolo y a la bandera, pero es dirigido y aconsejado por el capitalismo salvaje. Vender la soberanía de todo un pueblo es un dramático ejemplo de los extremos a que puede conducir una mayoría parlamentaria extraviada.
La historia reciente de Nicaragua, como la nuestra, habla de cientos de miles de muertos para conseguir la democracia y de una vuelta a estados represivos amparados por una constitución que no es para el pueblo, sino que lo reprime brutalmente con la militarización de las zonas en conflicto, la aprobación de leyes en secreto que afectan a millones de personas y la imposición por la fuerza de decretos por hora, que hipotecan el futuro de lo que no les pertenece.
Afortunadamente, aún queda sandinismo en Nicaragua y fuera de ella. Como ya escribiera la poeta nicaragüense Esthela Calderón en su árticulo, El Canal, Bosawas, la Madre Tierra y otros cuentos, el respeto a la Carta de Derechos de la Madre Tierra, a la que se adhirió ese país en 2010, debe ser obligatorio. Así mismo, Ernesto Cardenal ha desplegado pancartas y ha seguido recitando poemas de amor y lucha por el lago Cocibolca. Todas las asociaciones científicas y ambientalistas independientes de Nicaragua se han unido a las protestas de las comunidades campesinas e indígenas, agrupadas en el Consejo Nacional para la Defensa de la Tierra, Lago y Soberanía Nacional, en un esfuerzo sin precedentes y sin ayuda internacional, capaz de levantar la voz.
El pasado 27 de octubre convocaron una marcha nacional pacífica, la número 53 de las que se han estado realizando hasta la fecha contra el proyecto del canal. En la primera de ellas hubo una grave represión por parte de los militares y la policía de Daniel Ortega, que está denunciada en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ahora, han optado por otra estrategia: la convocatoria de una contra-marcha, con el lema: “Trabajo y Paz, Unida Nicaragua Triunfa", en la que el gobierno utilizó los recursos públicos para la intimidación y la paralización del derecho de manifestación de la población campesina. Sin embargo, Managua se llenó de camiones con gente, como Francisca ”chica” Ramírez, que luchan pacíficamente contra la imposición por la fuerza de un cambio climático irreversible y genocida, no sólo para la franja del Canal, sino para toda la geodinámica del centro del planeta.
Estamos todavía, aquí, cerca de 8.000 millones de humanos y otros miles de billones de seres vivos. Aún luce el sol, hay viento y llueve agua dulce. Y sin embargo, la distribución de los cuatro elementos es desigual, algo que los científicos han sabido desde el principio. Esto introduce una nueva arma de guerra que no había sido usada hasta ahora. En medio de las clásicas tácticas de saqueo, extorsión y devastación del territorio, hay una nueva guerra en marcha que consiste en alterar el clima de forma irreversible. Y no nos estamos refiriendo a las técnicas de geoingeniería.
Nos referimos a algo mucho más elemental: tala de árboles, pérdida de la biodiversidad en una zona determinada, destrucción de sus fuentes de agua o control sobre las mismas, algo esencial para hacerse con el control absoluto de la zona: extinción de las poblaciones autóctonas e indígenas- o lo que es lo mismo- evacuación forzosa de los habitantes de un determinado lugar porque condenándolos al exilio, educándolos convenientemente en el olvido de sus saberes, y desapegándolos de su cultura, lo demás llega rodado.
En España está pasando. En Europa no digamos. Intervención directa de los mercados y sus secuaces disfrazados de expertos, políticos y magistrados que atacan directamente y sin pelos en la lengua a los países que quieren comprar, obligándoles a invertir en infraestructuras, pero no en cualquiera de ellas. Sino en las que hacen zanjas. En las grandes empresas de ingeniería que destruyen cauces de ríos para hacer presas en las que controlar futuras aguas vendibles; en las otras de más allá: zanjas bajo el subsuelo que canalizan cadáveres de antepasados para el respiro de tubos de escape. Y en las veloces. La velocidad con la que destruimos es importante, porque el tiempo de las acciones humanas es esencial. Por tanto, abandonamos las vías y los pasos que nos permitían viajar en grupo, desechamos el transporte que une personas y proyectamos AVES de tierra y aire, que corren mucho para llegar a ninguna parte.
En Centroamérica y las regiones del ecuador del mundo también se están preparando para repartirse el pastel. Dentro de los proyectos apoyados por el FMI o el BID y demás organizaciones mercantiles y económicas, con gran protagonismo de la nueva China capitalista, cabe citar los que ya están acabados y a punto de inaugurarse: La ampliación del Canal de Panamá que está completada. La subasta del 30% del territorio ecuatoriano, dentro de la reserva Yasuní y del parque Cóndor también a empresas chinas. La intención del gobierno de Guatemala de hacer su propio “corredor seco”, dentro de la Comisión Binacional Guatemala-El Salvador, que unirá los puertos de Acajutla en El Salvador y Barrios y Santo Tomé de Castilla en Guatemala; la privatización y ampliación de los muelles en Costa Rica; el “corredor logístico” que une las costas de Honduras (2016) y por supuesto, el Proyecto del Canal Interoceánico de Nicaragua.
Aquí en España, Ecologistas en Acción recibirá los próximos días 27 y 28 de noviembre la visita de la abogada ambientalista Mónica López Baltodano, presidenta de la Asociación Popol Na, que llega a Europa pidiendo apoyo internacional contra la violación de derechos humanos, la venta de la soberanía y la destrucción irreversible de la biodiversidad y el agua dulce en Nicaragua. Ese gran país hermano para el que solicitamos apoyo urgente de las políticas internacionales que defienden la vida, de las asociaciones ecologistas y ambientalistas y de la ciudadanía anónima comprometida.
Inés Corraliza / Jorge Riechmann
23/11/2015 - 21:42h

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