John Avery es un Físico teórico de MIT.
Doctorado en química de la Universidad de Londres. Lector Emérito del
Departamento de Química de la Universidad de Copenhague. Persona de Contacto
para las Conferencias Pugwash sobre Ciencia y Asuntos Mundiales. En 1995, este
grupo recibió el Premio Nobel de la Paz. Presidente de la Academia Danesa de
Paz.
Los científicos están unánimemente de
acuerdo en advertirnos de que si no reducimos las emisiones de CO2 muy
rápidamente, corremos el riesgo de sobrepasar un punto de inflexión más allá
del cual seremos impotentes para evitar un calentamiento global fuera de
control. Corremos el riesgo de provocar un evento de extinción comparable con
el máximo térmico del Pérmico-Triásico, cuando se extinguieron el 96 por ciento
de las especies marinas y el 70 por ciento de los vertebrados terrestres.
Los mares del Ártico se están
calentando muy rápidamente, y pronto quedarán libres de hielo en los veranos.
El calentamiento de mares y tundras árticas amenaza con liberar grandes
cantidades de metano a la atmósfera por el derretimiento de los hidratos de
metano. Esto a su vez amenaza con calentar el resto del mundo de tal manera que
los hidratos de metano en todos los depósitos en alta mar se desestabilicen. Si
esto sucede, el resultado será un evento de extinción tan importante que pondrá
en peligro no sólo la civilización humana, sino también gran parte de la
biosfera.
Lo preocupante de la amenaza de una
retroalimentación fuera de control de hidratos de metano es su gran cantidad.
Hay aproximadamente 10.000 gigatoneladas de estos cristales parecidos al hielo
en el fondo de los océanos, una cantidad de carbono más grande que todos los
depósitos de combustibles fósiles del mundo. Los hidratos de metano o clatratos
son estables a temperaturas ordinarias, pero se derretirán si los océanos se
calientan, liberando el gas metano de potente efecto invernadero.
No es tan sorprendente que nuestros
medios de comunicación no divulguen una imagen correcta de estos graves
peligros para el futuro de nuestra tierra. Los medios de comunicación son
propiedad de intereses financieros oligárquicos, incluyendo grandes compañías
de carbón y petróleo, desesperadamente ansiosas por beneficiarse de sus
inversiones en combustibles fósiles.
A pesar del silencio y la
desinformación en los medios de comunicación, el público en general, en cierta
medida, se está tornando consciente de los graves peligros que plantea un
cambio climático fuera de control. Sin embargo, esto no parece afectar la conducta
de las personas. El profesor Michael Klare ha analizado esta extraña divergencia
entre la conciencia y el comportamiento en un artículo reciente:
"Teniendo en cuenta
todo lo dicho sobre el calentamiento global, el pico del petróleo, la
desinversión en carbono y las energías renovables, se esperaría que el consumo
de petróleo en los Estados Unidos se redujera. Para este momento deberíamos
estar presenciando verdadero progreso hacia una economía post-petrolera. En
realidad, lo contrario está ocurriendo. El consumo de petróleo en Estados
Unidos está en aumento, subiendo en 400.000 barriles por día solo en el 2013, y
si las tendencias actuales persisten, debe aumentar de nuevo este año y el
próximo. "
"En otras palabras, el
petróleo está de vuelta. A lo grande. Los signos de su resurgimiento abundan. A
pesar de lo que puedan pensar, los estadounidenses, en promedio, están viajando
más kilómetros cada día, no menos, llenando cada vez más tanques con cada vez
más gasolina, y evidentemente sintiéndose cada vez menos mal por ello. El
estigma relacionado con la compra de nuevos SUV que consumen mucha gasolina,
por ejemplo, parece haber desaparecido; según CNN Money, casi uno de cada tres
vehículos vendidos hoy en día es un SUV. Como resultado de todo esto, la demanda
de petróleo de EE.UU. creció más que la de China en el 2013, la primera vez que
sucede desde 1999 ".
Hay una segunda razón por la que los
principales medios de comunicación conspiran para asegurarle a sus lectores y
televidentes que está bien continuar con su estilo de vida habitual: el
miedo de precipitar una recesión económica. Una recesión debe ocurrir
pronto en los Estados Unidos debido a los excesivos gastos en la guerra,
utilizando dinero prestado de China, y porque el petrodólar se ve amenazado por
los acuerdos de los países BRICS. Sin embargo, el afán de lucro a corto plazo
se asegura que los medios, que se comportan como esclavos, continúen
haciéndonos creer que todo está bien y que el crecimiento económico puede
continuar por siempre.
Sin lugar a dudas, una recesión
económica será extremadamente dolorosa, pero tarde o temprano ciertamente
sucederá. En un planeta finito, el crecimiento económico sin fin es por lógica
una imposibilidad. Además, es precisamente tal crecimiento lo que amenaza con
producir una sexta extinción masiva.
Si queremos salvar el futuro a largo
plazo de nuestra hermosa tierra para las futuras generaciones de seres humanos
y para los animales y las plantas con las que compartimos la tierra, no sólo
hay que desarrollar con urgencia todas las formas de energía renovable, sino
que también debemos cambiar rápidamente nuestros estilos de vida. Las energías
renovables, como la energía eólica y las celdas solares, están produciendo una
creciente fracción de nuestras necesidades de energía, pero esta fracción es
aún muy pequeña, sólo el 19 por ciento en 2014.
¿Qué debemos hacer entonces?
Tenemos que desarrollar un nuevo sistema económico que tenga como objetivo la
sostenibilidad a largo plazo. Dentro de un sistema de este tipo, el problema
del desempleo se puede abordar desplazando trabajos a la tarea de construir la
infraestructura de energía renovable. En segundo lugar, debemos reconocer que
nuestros estilos de vida habituales no pueden continuar. Debemos limitar
nuestro consumo a nuestras necesidades y viajar sólo cuando sea absolutamente
necesario. Si no hacemos estos cambios, habremos perdido la lucha por el
futuro.
Por John Scales Avery, 8 de septiembre de 2014.
Traducción: Julio Centeno
Climate Change Means Lifestyle Change
John Scales
Avery
John Avery -
theoretical physics from MIT. PhD in chemistry, University of London. Lektor
Emeritus, Department of Chemistry, University of Copenhagen. Contact Person for
Pugwash Conferences on Science and World Affairs. In 1995, this group received
the Nobel Peace Prize. Chairman of the Danish Peace Academy.
08 September,
2014
Scientists are
unanimous in warning us
that unless we very rapidly reduce CO2 emissions, we risk passing a tipping
point beyond which we will be powerless to prevent uncontrollable global
warming. We risk a human-produced extinction event comparable to the
Permian-Triasic thermal maximum, during which 96 percent of marine species and
70 percent of terrestrial vertebrates became extinct.
Arctic seas are
warming very rapidly, and they will soon be free of ice in the summers. The warming of Arctic seas and tundra
threatens to release vast quantities of methane into the atmosphere by melting
methane hydrates. This in turn threatens to warm the remainder of the world so
much that methane hydrates in all offshore deposits will be destabilized. If this happens, the result will be
a major extinction event, which will threaten not only human civilization, but
also much of the biosphere.
The worrying
thing about the threat of an out-of-control methane hydrate feedback loop is
that the quantity of methane hydrates is so vast. There are roughly 10,000
gigatons of these ice-like crystals on ocean floors, an amount of carbon
greater than all of the world's deposits of fossil fuels. Methane hydrates or
clathrates are stable at ordinary temperatures, but if oceans warm, they will
melt, releasing the potent greenhouse gas methane.
It is not so
surprising that our mass media do not give us a correct picture of these grave
dangers to the future of our earth. The
mainstream media are owned by oligarchic financial interests, including large
coal and oil companies, which are desperately anxious cash in on their huge
holdings of fossil fuels.
Despite silence
and misinformation in the mass media, the general public is becoming, to some
extent, aware of the grave dangers posed by out-of-control climate change.
However, this does not seem to affect people's behavior. Professor Michael
Klare discussed this strange split between awareness and behavior in a recent
article:
“Considering
all the talk about global warming, peak oil, carbon divestment, and renewable
energy you'd think that oil consumption in the United States would be on a
downward path. By now, we should certainly be witnessing real progress toward a
post-petroleum economy. As it happens, the opposite is occurring. U.S. oil
consumption is on an upward trajectory, climbing by 400,000 barrels per day in
2013 alone, and, if current trends persist, it should rise again both this year
and next.”
“In other
words, oil is back. Big time. Signs of its resurgence abound. Despite what you
may think, Americans, on average, are driving more miles every day, not fewer,
filling ever more fuel tanks with ever more gasoline, and evidently feeling
ever less bad about it. The stigma of buying new gas-guzzling SUVs, for
instance, seems to have vanished; according to CNN Money, nearly one out of
three vehicles sold today is an SUV. As a result of all this, America's demand
for oil grew more than China's in 2013, the first time that's happened since
1999.”
There is a
second reason why the mainstream media conspire to reassure their readers and
viewers that it is fine to continue their usual lifestyles: the fear of precipitating an
economic recession. Such a recession is due to occur soon in the United
States because of US overspending on war, using money borrowed from China, and
because the petrodollar is threatened by BRICS agreements. However, the
short-term profit motive ensures that the slave-like media continue to make us
believe that all is well, and that economic growth can continue forever.
Undeniably, an
economic recession will be extremely painful, but sooner or later it will
certainly occur. On a finite planet, endlessly continued economic growth is a
logical impossibility. Furthermore, it is exactly that growth which threatens
to produce a 6th mass extinction event.
If we wish to
save the long-term future of our beautiful earth for future generations of
humans, and for the animals and plants with which we share the earth today, we
must not only urgently develop all forms of renewable energy, but also we must
quickly change our lifestyles. Renewables, such as wind power and solar cells
are producing a rapidly increasing fraction of our energy needs, but this
fraction is still very small, only 19 percent in 2014.
What then must
we do? We must develop a new economic system which will aim at long-run
sustainability. Within such a system, the problem of unemployment can be
addressed by shifting jobs to the task of building renewable energy
infrastructure. Secondly, we must recognize that our usual lifestyles cannot be
continued. We must limit our consumption to necessities; and we must travel
only when absolutely necessary. If we do not make these changes, we will have
lost the struggle for the future.
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