El impacto del cambio climático en los pequeños estados insulares -entre
los cuales figura Cuba y sus vecinos del Caribe- es ya un desafío imposible de
enfrentar sin la reducción drástica y urgente de las emisiones de carbono y
otros gases de efecto invernadero a nivel del planeta.
Tampoco, sin la transferencia de tecnologías y
respaldo financiero por parte de los países más desarrollados, responsables en
primera instancia del cambio climático, hacia las naciones más pobres y
vulnerables.
De no ser así, los
habitantes de numerosas islas, con mayor riesgo muchas en los sistemas de
Oceanía y el Pacífico, sufrirían la desaparición total o parcial de sus
territorios en un tiempo no demasiado lejano.
En todo el planeta
hay pruebas fehacientes del carácter real e inequívoco del calentamiento
climático causado esta vez por la acción del hombre, tal como lo han enunciado
los científicos.
En 2010 un informe
de la ONU lo ratificó como responsable o acelerador de eventos naturales
extremos causantes de cuantiosas pérdidas humanas, económicas, de ecosistemas
valiosos y migraciones millonarias. Un mundo de frecuentes catástrofes y
desastres se avizora si no hace lo correcto.
De modo que el
comienzo en París, desafiando incertidumbres y hasta amenazas de diversa
índole, de las sesiones de la XXI Cumbre de las Partes sobre Cambio Climático
(COP 21) puso sobre los carriles una máquina que no debe parar esta vez hasta
la aprobación del acuerdo vinculante.
Ese es el
compromiso ineludible e impostergable de los representantes de 195 naciones y
la Comunidad Europea como bloque se han trazado, después de azarosos encuentros
y desencuentros y una espera larga, agónica para muchos países pobres, en la
que se ha perdido mucho tiempo debido a los intereses de ciertas potencias.
Volviendo al tema
de las ínsulas, cuyos pobladores también se preocupan por las causas de todos,
la supervivencia no es cosa de juego.
Las pequeñas
naciones han asistido en los últimos años a varias Cumbres del Clima y otros
cabildeos, como parte de una lucha tenaz por conseguir, primero, el
cumplimiento del Protocolo de Kyoto, que expiró en 2012 y luego, la demanda del
necesario tratado vinculante, con efecto jurídico y compromisos concretos.
Se aspira a las
medidas que se tracen en París no permitan una subida de la temperatura global
más allá de los dos grados Celsius, aunque muchos opinan que tal y como están
las cosas, esa es una meta muy difícil. En verdad la humanidad y el planeta
necesitarían para su salud una temperatura muy inferior a la que se aspira por
estos días
Recordemos que el
Protocolo de Kyoto, irrespetado por los principales emisores de gases
contaminantes fue establecido en 1997 y se puso en vigor a partir de 2005.
Trazó una reducción del 5,2 por ciento de las emisiones de gases de efecto
invernadero, respecto a los niveles de 1990.
Una buena parte de
las anteriores Cumbres, sobre todo el sonoro fracaso de Copenhague en 2009,
fueron experiencias decepcionantes para la humanidad.
Los gobernantes de
los pequeños estados insulares también saben que ellos están en la primera fila
frente al peligro no solo de desaparición, sino de sufrir como muchos ya lo
padecen, eventos de la magnitud de severas sequías e inundaciones, incremento
de huracanes de gran potencia, atizados por el calentamiento global.
Pero hay más.Las
aguas se recalientan y acidifican. Los suelos se salinizan y erosionan. Decrece
la capa vegetal.
La economía, en
actividades como la producción agrícola, la pesca y el turismo, de gran peso en
la vida de esas naciones, ya ha sido golpeada, sobre todo en los 15 años
anteriores.
Estos territorios,
ubicados preferentemente en las cercanías de Africa, Mar Caribe y Océano
Pacífico, y algunos de ellos considerador verdaderos emporios de la
biodiversidad, suelen recordar ante la ONU constantemente la gravedad de su
situación.
Por eso, en todos
los foros y tribunas internacionales, además de reclamar el apoyo de las
potencias y naciones desarrolladas a sus planes nacionales de desarrollo
sostenible y mitigación, exigen con urgencia el cumplimiento del acuerdo
vinculante.
Las autoridades plantean
que es inadmisible aceptar que la temperatura suba siquiera a dos grados, pues
el incremento de los niveles del mar arrasaría con todos o una buena parte de
sus países.
Por ello claman
para tomar medidas que permitan un incremento inferior a 1,5 grados, en medio
de la incertidumbre de no saber si ya se ha traspasado el umbral que lleve a la
Tierra a un recalentamiento muy alto.
De ahí la
importancia de las actuales jornadas en las que todo parece indicar que al fin
se hará un giro favorable. Hay quienes hablan incluso de un antes y un después
a partir de la COP 21 de país. Que así sea, porque a los terrícolas casi,
literalmente, se les está acabando el aire. (ACN)
por Agencia Cubana de Noticias
1RO DE DICIEMBRE DE 2015
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