Agricultores
de Italva protegen el bosque, mejoran su producción y le dan una lección de
conservación al mundo
Los agricultores de Italva, a 311 kilómetros de Río
de Janeiro, apelan al humor cuando dicen que se consideran legítimos
"fabricantes de agua". Para lograrlo, ninguno de ellos tuvo que
entrar a un laboratorio ni manipular moléculas de oxígeno e hidrógeno.
Su "experimento" se lleva a cabo en
terrenos montañosos y muy pequeños. Los agricultores trabajan en crear o
recuperar áreas de Mata Atlántica, uno de los biomas más
devastados de Brasil. Aplican técnicas para reducir (o eliminar) la necesidad de pesticidas
y fertilizantes artificiales, construyen cajas de contención en las colinas
para almacenar el agua de lluvia e instalan fosas sépticas para recoger los
desagües de los hogares de la zona.
Todo con el propósito de proteger un recurso cada
vez más valioso en una región con un régimen de lluvias errático y con fuentes
de agua (ríos y arroyos) que se han ido secando poco a poco.
Es un esfuerzo que podrían replicarse en otros
lugares de América Latina, donde 110 millones de personas
viven sin acceso al saneamiento y sólo el 20% del agua es tratada después de su
uso; y donde entre 1961 y 2011 la superficie agrícola aumentó de 561 millones a
741 millones de hectáreas, lo que redujo la cubierta forestal.
El agricultor Sebastiao Gonzaga, de 52 años, con su
pequeña parcela de sólo 5,7 hectáreas va en contra de las estadísticas. Hasta
hace un año, él y su familia estaban usando zanjas a cielo abierto para tirar
los desechos de su casa.
"Cuando se llenaba, desparramábamos todo en el
mismo suelo. Todo el mundo lo estaba haciendo, y los terrenos fueron tomados
por los mosquitos ", cuenta Sebastiao. Los residuos también contaminaban
las aguas del arroyo Marimbondo, poniendo en peligro la salud de los
agricultores.
Bosques protegidos
Hace un año, sin embargo, tuvo la oportunidad de
construir una fosa séptica –más como una “miniestación” de tratamiento de
aguas- y muchas cosas comenzaron a cambiar.
Los insectos dejaron de molestar a la familia y el
líquido tratado (con 96% de pureza) se utiliza para regar las legumbres, la
caña de azúcar y los cítricos cultivados en el lugar. En total, fueron
construidos 304 tanques en el suelo rústico de toda Italva.
Otra cosa que llama la atención en las montañas de
la zona es la cubierta forestal que se forma en la parte superior de las
colinas. Gonzaga dejó una zona vallada especialmente para restaurar el bosque
nativo, algo que no existía cuando él compró la tierra en el año 2005. "La
tierra estaba desnuda. Llegó a haber un deslizamiento hace unos años", recuerda.
Hoy los árboles de la Mata Atlántica retienen el
agua de lluvia. Si llueve un poco más en la región, el líquido desciende en
pequeñas cantidades por la colina sin erosionar el suelo.
"La diferencia entre la tierra de Gonzaga y el
lugar al lado se ha hecho tan evidente que el vecino se convenció de la
necesidad de crear un área protegida de bosque", explica Carlos Marconi de
Souza, supervisor local de asistencia técnica para empresas y Extensión Rural
(Emater-RJ) en Italva.
Los recursos y el soporte técnico para el trabajo
en la ciudad y en más de 71 municipios de Río de Janeiro proceden de Rio programa
rural, una alianza entre el Banco Mundial y el gobierno estatal. Iniciado en
2006, el programa apoyará a unos 78.000 agricultores hasta 2018.
Contaminación mínima
En el patio de Almerindo Correa, de 70 años, la
montaña actúa como un gran tanque de agua. Además de la extensa cobertura
forestal en la parte superior, la colina tiene plantaciones a nivel (que
protege de la erosión de la tierra).
Y dentro de poco, los animales de Almerindo
comenzarán a rotar por las zonas de pastoreo, para permitir una mejor
conservación del suelo. Vale la pena señalar que el 14% de las tierras
degradadas en el mundo se encuentran en América Latina y el Caribe, según la
FAO.
Río Rural le dio a Correa los recursos y la
asistencia técnica para proteger el agua y los bosques de su parcela, y para
instalar equipos que reducen al mínimo el uso de agua en el riego. "Por lo
tanto, la humedad del suelo se mantiene, por lo que no sufrí la sequía de este
año", dice, en referencia al peor periodo de falta de lluvias que ha
sufrido Río de Janeiro en las últimas seis décadas.
Correa también sueña con reducir la contaminación
del agua. Él tiene un tanque séptico igual al de Sebastián Gonzaga y ahora
quiere prescindir cada vez más de los pesticidas. "El cultivo de arroz se
convirtió en 100% orgánico y el 70% del resto de mi producción es así",
añade el agricultor, quien vive y trabaja en este lugar desde que tenía 9 años.
"Con las actividades de Río Rural, se puede
ayudar a los agricultores a tener agua de buena calidad en cantidad suficiente
para los cultivos y las actividades de la vida cotidiana", señala la
economista Marianne Grosclaude, del Banco Mundial.
Aunque literalmente no sean "fabricantes"
de agua, los agricultores brasileños se preocupan de devolverla a la naturaleza
en la mejor condición posible después de usarla, y así hacer una contribución
contra el cambio climático y servir de ejemplo a otros países de América
Latina.
Foto: Sebastiao Gonzaga utiliza agua tratada de desechos para regar. / MARIANA CERATTI / BANCO MUNDIAL
Mariana Kaipper Ceratti es
productora online del Banco Mundial
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