Introducción
El
27 de septiembre de 2015 los gobiernos de los países miembros de la Asamblea
General de las Naciones Unidas, ONU, aprobaron los Objetivos de Desarrollo
Sostenible, ODS. Son objetivos que pretenden guiar, sobre los próximos 15 años,
las acciones de la sociedad en general, incluyendo gobiernos, empresas y
sociedad civil (o sea, el resto) para lograr mejoras en el desarrollo
sostenible de todos los países, desarrollados y en vías de desarrollo.
Estos objetivos no son vinculantes para los gobiernos, ni para las empresas, ni para la sociedad civil. Son aspiraciones, que tratan de servir como guía para la acción coordinada de todas estas partes. Los ODS son 17 con 169 metas (en este nexo cada objetivo se puede expandir para revelar las metas).
Estos objetivos no son vinculantes para los gobiernos, ni para las empresas, ni para la sociedad civil. Son aspiraciones, que tratan de servir como guía para la acción coordinada de todas estas partes. Los ODS son 17 con 169 metas (en este nexo cada objetivo se puede expandir para revelar las metas).
Se
ha escrito tanto sobre los ODS, que es casi imposible añadir valor, pero en
esta serie de artículos lo intentaré en dos aspectos: Segundo (si, al revés),
con un análisis de las implicaciones de los ODS para las estrategias y
actividades en sostenibilidad de las empresas privadas [1] y Primero (o sea,
antes) un análisis de su utilidad como guía para estas empresas. Puede
ser que tengan implicaciones para las empresas, pero si no están formulados de
forma conducente al modo de actuar de las empresas, su utilidad puede verse
limitada. Dada la extensión de la tarea, consideraremos estos dos
aspectos en dos artículos separados. En el primero analizamos que son y
si pueden ser útiles para las empresas y en el segundo analizamos sus
implicaciones y que podrían/deberían hacer las empresas. Y en el proceso,
espero agregar valor a la
discusión haciendo un análisis crítico. Las glosas, aunque necesarias,
difícilmente lo hacen.
A continuación analizaremos el potencial de
los ODS de tener impacto y de la posible contribución de las empresas.
Contraste entre los ODM y los ODS [2]
Es conveniente comenzar con un breve repaso
de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015) que serán sustituidos
por los ODS el 1 de enero del 2016, en lo que se refiere a proceso e
implicaciones para la empresa privada. Los ODM fueron desarrollados
mayormente de arriba hacia abajo, por un grupo de técnicos de la ONU, en
consulta con expertos externos. De allí que salieron solamente ocho
objetivos con 18 metas. Por el contrario, los ODS fueron desarrollados a
través de un largo proceso por múltiples grupos de trabajo, con la
participación de todos los sectores (gobiernos, instituciones privadas y
sociedad civil, incluyendo academia).
No es de extrañar que de este proceso
salieran 17 objetivos con 169 metas. Es muy difícil en este tipo de
procesos quitar cosas, es mucho más expedito y conducente a la paz interna el
añadir cosas para complacer a todos …… y eran muchos. En estos procesos
se suele tener miedo al “error de omisión”, de que te acusen de haber dejado algo
fuera. Si se miran con cuidado las 169 metas no es difícil concluir que
había que contentar a mucha gente y que en algún
objetivo había que incorporar sus temas favoritos. Parece como si las
metas fueron primero, resultado de sugerencias y peticiones y después se
categorizaron en objetivos, en vez de tener objetivos primero y subdividirlos
en logros. Esto no es una crítica a los que lideraron el proceso,
es una crítica al proceso. A veces al querer ser incluyente y satisfacer a
todos se tiene que usar un lenguaje muy general que hace perder
efectividad, concreción a la tarea y se pierde la visión del objetivo final.
También
es de notar una gran diferencia entre los ODM y los ODS que es poco
comentada. Los primeros están dirigidos a los países en vías de
desarrollo, pretendían en cierta forma establecer prioridades para guiar su
desarrollo económico y social. Sin embargo los segundos, por su
envergadura, no pueden señalar prioridades y aplican a todos los
países, desarrollados y en desarrollocon la idea de que no basta el
desarrollo, sino que éste debe ser sostenible y de allí que se incluyan todos
los países (¿cómo se podía incluir
el cambio climático si no se refieire a todos?). Y lo que
creo que puede ser sorpresa para muchos, lo fue para mí, es que la brecha
actual del cumplimiento de los ODS es también grande para los países
desarrollados y que tampoco ellos los podrán cumplir. [3]
En
cuanto a la participación del sector privado en el logro de los
objetivos, en los ODM entró por la puerta de atrás, fueron diseñados
como objetivos para los gobiernos. Fue muy indirectamente, vía el
objetivo número ocho, “Desarrollar
una alianza global para el desarrollo”, que inicialmente no se
había creado para englobar la acción del sector privado sino para apoyar la
implementación de los otros siete. De hecho, las metas de este objetivo
se refieren a acceso a los países a los mercados financieros, al comercio
internacional, a la reducción de la deuda pública y al apoyo a los países sin
litoral y las islas de menor tamaño. Fue el sector privado quién se
agarró del objetivo 8 para incorporarse al proceso, casi que por
iniciativa propia de algunas grandes multinacionales que vieron una oportunidad de
potenciar las acciones de su responsabilidad ante la sociedad y de paso
adquirir todavía mayor visibilidad al entrar en un foro multilateral y
multiempresarial.
En
los ODS el sector privado, capitalizando en la experiencia de los ODM, ha sido
parte integral del proceso de preparación a través de
asociaciones gremiales como el World Business Council for
Sustainable Development, WBCSD. Sin embargo, por el lenguaje usado en
los objetivos y las metas, no es obvio cuál puede ser su papel en el logro de
los objetivos. Es lo que comentaremos en detalle en la segunda parte de
este artículo.
¿Están los objetivos en consonancia con el modus operandi de las empresas?
Hay
que tener objetivos, de los contario se corre el riesgo de dispersar esfuerzos, con cada uno por su cuenta; cada uno puede tener los suyos que
pueden no ser compatibles con los de los demás actores. Recordemos el dicho de
que “si no sabes adónde vas, todos los caminos te conducen a ello”. Pero,
¿cómo deben ser formulados los objetivos, ya sea de gobiernos, empresas,
personas, instituciones, etc., para que puedan servir de guía en ese camino?
Los defensores de los ODS dirán que la
pregunta del subtítulo es irrelevante, que los ODS no fueron escritos para las
empresas, que fueron desarrollados para todos (aunque hay que reconocer que los
principales destinatarios son los gobiernos). De acuerdo, pero aquí solo queremos
analizar cómo pueden estimular a las empresas a participar en su logro.
Forma ya parte de la práctica tradicional
que los objetivos, para poder tener efectividad deben ser:
·
Completos
·
Concisos
·
Controlables
·
Medibles
·
Entendibles
No vale la pena extenderse en describir
cada una de estas características, son relativamente evidentes. Y lo más
importante para su efectividad, es que no basta con decir de forma concisa adónde se quiere
llegar (de manera controlable,
medible y entendible) sino que además, para poder ser implementados, la
estrategia de su logro debe establecer quién es el
responsable de logarlos, las etapas intermedias que se deben lograr, cuáles son
los recursos que son necesarios y sus fuentes y cuáles son las consecuencias de
no hacerlo. Completos los son, demasiado.
En
el 2009 ESADE publicó el libro ¿Pueden las empresas contribuir a los Objetivos de Desarrollo del
Milenio? Calves para comprender y actuar (Maria Prandi y
Josep Lozano) al que el suscrito contribuyó con un capítulo (Empresa privada, desarrollo y
los Objetivos de Desarrollo del Milenio: Ampliando la visión).
En ese capítulo analizábamos los obstáculos para las empresas de involucrarse
en el logro de los ODM, en gran parte porque habían sido diseñados con los
gobiernos como responsables pero en buena parte porque por su redacción se
hacía difícil su participación. Incluíamos la siguiente tabla para
ilustrar las
incompatibilidades entre los ODM y los objetivos de la empresa privada:
ODM
|
Empresa Privada
|
|
Objetivos
|
Grandes promedios,
sin priorizar, sin considerar la realidad de cada país
|
Concretos,
puntuales, con prioridades
|
Visión
|
Largo plazo
|
Corto plazo
|
Ámbito geográfico
|
Todos los países en
vías de desarrollo
|
Su mercado
|
Ámbito sectorial
|
Casi todo
|
Sus productos y
servicios
|
Aportes necesarios
|
Inmensos
|
Limitados
|
Contexto de
operación
|
Ilimitado
|
Dentro de su
estrategia comercial
|
Estas incompatibilidades continúan
vigentes para el caso de los ODS, aunque hay que reconocer que con unos
objetivos tan ambiciosos y tan amplios es muy difícil lograr estos ideales de
formulación.
No
podemos analizar la “implementabilidad” de cada uno de los 17 objetivos o de
las 169 metas, pero tomaremos algunos como ejemplo para que luego el lector que
así lo desee los use para analizar los que le interesen. Tomemos el más
cercano a la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, el número 12, “Garantizar un consumo y
patrones de producción sostenibles”. Por definición el
lenguaje del objetivo es vago, pero veamos algunas de las 11 metas.
Destacamos en negrilla las palabras claves.
·
1.
Para 2030, lograr la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales
·
2.
Para 2030, reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita en la
venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de
alimentos en las cadenas de producción y distribución, incluidas las pérdidas
posteriores a las cosechas.
·
3.
Para 2020, lograr la gestión ecológicamente racional de los productos químicos y de todos
los desechos a lo largo de su ciclo de vida, de conformidad con los marcos.
internacionales convenidos, y reducir de manera significativasu
liberación a la atmósfera, el agua y el suelo a fin de reducir al mínimo sus
efectos adversos en la salud humana y el medio ambiente.
·
4.
Para 2030, disminuir de manera sustancial la generación de desechos mediante
políticas de prevención, reducción, reciclaje y reutilización.
·
5. Alentar a las empresas, en especial las
grandes empresas y las empresas transnacionales, a que adopten prácticas
sostenibles e incorporen información sobre la sostenibilidad en su ciclo de
presentación de informes.
Para estas metas (recodar que son las que
supuestamente especifican lo que se debe hacer para lograr los objetivos)
incitamos al lector a responder algunas preguntas que son las que se haría una
empresa:
·
¿Quién
es responsable de lograr el cumplimento de cada meta? ¿Le podemos echar la
culpa a los gobiernos de que no tienen las políticas adecuadas, que no se han
asignado los recursos?
·
¿Qué
quiere decir “lograr la gestión sostenible y el uso eficiente” de todos los
recursos naturales?
·
¿Cómo
se puede determinar si se ha logrado una “disminución de manera substancial” si
no sabe de dónde se parte?
·
¿Qué
quiere decir “lograr la gestión ecológicamente racional”?
·
¿Se
puede decir que se cumple la meta 12.5 si se ha “alentado” a las empresas a
informar sobre sostenibilidad? ¿Y si no lo hacen? Basta con alentarlas.
Un
excelente ejemplo de la problemática es el citado por el Economist en su
artículo The good, the bad and the hideous: Which MDGs did some good and
which SDGs might work? Donde pone como
ejemplo la meta 4.7:
“Para
2030, garantizar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y
prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas
mediante la educación para el desarrollo sostenible y la adopción de estilos de
vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad entre los géneros, la
promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la
valoración de la diversidad cultural y de la contribución de la cultura al
desarrollo sostenible, entre otros medios”………. Trata de medir esto.
De mi experiencia redactando comunicados de
reuniones ministeriales puedo decir que esto el gran compromiso de un amplio
comité de expertos, donde cada uno metió sus palabras.
Para investigar si los ODS consideran
explícitamente a la empresa hicimos un análisis del contenido de las 169 metas,
buscando la citación de algunas palabras y éstos son los resultados:
Palabra
|
Número
de veces
|
Contexto
|
Business
|
0
|
———-
|
Private
|
3
|
Violencia,
investigación, alianzas
|
Enterprise
|
2
|
Formalización y
acceso a financiamiento de MiPyMEs
|
Companies
|
1
|
Grandes y
multinacionales a adoptar practicas sostenibles y reportar
|
El
lector puede sacar sus propias conclusiones.
Algunos lectores dirán que estamos hilando
demasiado fino, que son objetivos y metas de tipo general. Es cierto, pero si queremos
que se hagan cosas hay que saber quién tiene que hacer qué, cómo, cuándo,
dónde, con qué recursos, las consecuencias, etc. Por lo menos así es como
opera el sector privado. Estos objetivos y metas no están en su idioma.
Esta
posición la resume muy bien el experto en RSE Mallen Baker en un artículo en su
blog (Will the new UN development
goals help or hinder business sustainability?) cuando hablando de
la magnitud y complejidad de los ODS dice:
“Los
mejores líderes empresariales pueden atestiguar que la manera más efectiva de
lograr cambios es simplificar la esencia de la tarea a metas que lleven
naturalmente a la acción correcta. Aun cuando las medidas sean imperfectas o
son solamente proxies. Hazlo simple, hazlo medible,
controla los incentivos perversos y úsalo para guiar el cambio” (énfasis
añadido).
¿Quiere decir esto que el sector privado no participará?
Definitivamente no, lo hará, pero no con la efectividad que podría hacerse si
los objetivos y metas fueran más concretas, más enfocados, si se hubieran
dividido, o por lo
menos enfocado, a los diferentes componentes de la sociedad, con
responsabilidades para cada uno de ellos. Las acciones con algún
impacto muy posiblemente se limiten a las grandes multinacionales que tienen
visibilidad y que pueden usar su participación en los ODS como parte de su
estrategia de comunicación y mejora de la reputación. Y esto es lo que
comentaremos en la segunda parte.
Ante
las múltiples críticas que han surgido Teresa Ribera, Co-presidenta de la Red
Española de Desarrollo Sostenible, REDS, publicó un artículo en Ethic, Objetivos de Desarrollo Sostenible: ¿una nueva época? donde
defiende a los ODS diciendo:
Y
flaco favor haría a esta nueva bocanada de aire fresco quien, en aras de un argumento académico, (énfasis añadido) pretendiera defender que 10 y
100, ó 12 y 60 son números más estéticos y redondos que 17 y 169, o que
conviene reordenar el resultado con arreglo a criterios homogéneos
estableciendo un sistema en cascada capaz de diferenciar con precisión
obligaciones de resultado frente a orientaciones instrumentales. En una
sociedad plural en la que cada cual aspira a ser responsable de su propio
futuro no hay que despreciar el inmenso valor que supone la voluntad de
apropiarse de la agenda, y en el caso de la formulación de los 17 ODS cada
participante está en condiciones de decir con orgullo: «no son perfectos, pero son los
míos» (énfasis en el
original).
Está
claro que con la ambición que tienen los objetivos, los gobiernos de los
países, las empresas y las instituciones de la sociedad civil deberán enfocarse
en lo que pueden enfrentar, en lo que tienen ventaja comparativa, en lo que es
prioridad para ellos, dentro del gran marco de las 169 metas. Pero el
objetivo de los ODS no es que cada participante se sienta orgulloso de “su ODS”
sino que se implementen. No se trata de
buscar números redondos. Debemos analizar los ODS por su posible efectividad y
ello depende de su “implementabilidad”(palabra que
lamentablemente no existe en la lengua española). Si no son “implementables” se
pierden los esfuerzos. Y éste es el argumento de muchos de los críticos y
el mío. No es que nos opongamos al desarrollo sostenible, es que queremos que los escasos recursos se
usen de manera efectiva, eficiente y sostenible. No hay recursos como para
malgastarlos en esfuerzos improductivos. El objetivo debe ser
el logar resultado, no el hacer cosas.
Estos
problemas ocurren cuando los responsables de la formulación no son los mismos
que los responsables de la implementación. Los primeros tienen incentivos
para ser lo más completos posibles, de terminar a tiempo, lo que puede no ser
conducente a la implementación. Afortunadamente los donantes, tanto
bilaterales (países), como multilaterales (organismos) como los individuales
(fundaciones) están exigiendo cada vez más que sus recursos se usen de forma
efectiva y eficiente. Esto
tendrá el efecto de exigir la rendición de cuentas sobre el uso, lo que será un
incentivo para la medición y monitoreo de resultados.
Es de esperar que los “responsables” de
promover la implantación de los ODS y de su seguimiento detallarán como
hacerlo. En particular ya se ha desarrollado un instrumento para el
sector privado, la “Brújula de los ODS” que también comentaremos en la segunda
parte.
¿Son realistas en cantidad y en alcance?
Aparte
de analizar si son compatibles con el modus operandi de la empresa
privada, es también deseable analizar si son logrables, si son realistas en
cantidad y alcance. Está fuera de nuestro alcance hacer un análisis a fondo,
pero podemos citar algunos análisis que han hecho otros.
Uno
de los análisis críticos más difundido es el del periódico The Economist que en un
artículo del 28 de marzo de (The 169 commandments: The proposed sustainable development goals would be
worse than useless) hacía una serie de aseveraciones con su
característico estilo mordaz, que comienza con el título de 169 mandamientos y
llama a los SDGs (en inglés) Stupid Development Goals. Mi selección y
traducción de las aseveraciones más destacables:
·
Ojalá
la propuesta hubiera sido tan concisa como los 10 mandamientos de Moisés
·
Los
esfuerzos de los comités de redacción son tan dispersos y tan mal concebidos
que todo el emprendimiento está destinado a fracasar
·
Cada
grupo abogó por sus intereses especiales
·
Son
imposiblemente caros. Se requiere dedicar entre US$2 y US$3 millones de
millones (billones en español, trillions en inglés) al año sobre 15 años, que
representan el 4% del PIB, cuando ahora la promesa de los países desarrollados
para contribuir al desarrollo es del 0,7% de su PIB y que en la realidad no
llega al 0.25%.
·
169
mandamientos en la práctica quiere decir que no hay prioridades
·
Al
establecer metas desde arriba los redactores violan una de las lecciones más
importantes del desarrollo y es que todos los casos son diferentes y el
contexto local es vital
·
El
objetivo debería ser reducir la pobreza y concentrar en ello todos los
esfuerzos, cada uno a su manera
A
pesar de que algunos comentaristas están en total desacuerdo[4], el suscrito si está de acuerdo (aunque
con algunos matices de énfasis). De hecho se considera discípulo de la
revista al compartir criterios analíticos, incisivos y demostración de sus
puntos de vista, no sólo expresarlos.
Por otra parte, en el artículo mencionado
en la nota al pie 2 de Charles Kenny, sobre las ambiciosas expectativas de los
ODS dice:
“…………en
tan solo 15 años podemos haber hecho desaparecer la pobreza en todas sus formas
y de todas partes; conseguido el empleo pleno y productivo, además de puestos
de trabajo dignos para todos; acabado con el hambre y la malnutrición;
alcanzado la cobertura sanitaria universal; erradicado el sida, la
tuberculosis, la malaria y las enfermedades tropicales antes ignoradas;
ofrecido educación secundaria universal y acceso también universal a la
educación superior; puesto fin a la discriminación por motivos de género y
suprimido toda forma de violencia contra las mujeres y las niñas; garantizado
vivienda adecuada y asequible, agua, saneamiento, energía moderna fiable y
acceso a las tecnologías de la comunicación para todos; y (extrañamente)
prevenido y reducido significativamente toda clase de contaminación marina, al
mismo tiempo que evitado la extinción de especies. Por si esto no fuese
suficiente, también habremos eliminado todas las leyes, las políticas y las
prácticas discriminatorias.
Ojalá esto fuera una realidad.
En
el análisis de los ODS la empresa de consultoría Pyxera (In 2015, the UN Must Balance Effort and Aspiration to Ratify the
Sustainable Development Goals), propone la simplificación y
consolidación a diez objetivos y sobre su posible éxito dice:
“Pero
éstos no son objetivos realistas a 15 años. La totalidad del cambio previsto
requiere la destrucción de estructuras sociales arraigadas, la demolición de
instituciones que no funcionan, la provisión de un inconmensurable volumen de
servicios y el desarrollo de una infraestructura inimaginable. …….. De acuerdo
a la ODI, [5] se necesitarán 76 años para que
todas las mujeres de Ghana tengan acceso a cuidados cualificados durante el
parto. Kenya no tendrá alcantarillado para todos sus habitantes por más
de 150 años. Estamos a más de seis décadas antes de que la África Subsahariana
logre acceso equitativo en la educación para niños y niñas.”
El
periódico Financial Times en un artículo del
23 de septiembre del 2015 (Poverty:
Vulnerable to change) dice:
“Los
números son apabullantes. Para eliminar la pobreza extrema” el mundo
necesita ayudar a 7.500 personas a subir la escalera económica cada hora
durante los próximos 15 años, de acuerdo a un cálculo. O puesto de otra manera
181.729 personas diarias.”
Los
defensores de los ODS seguramente dirán que las metas deben ser un reto, de lo contrario
no se estimularán las acciones. De acuerdo, pero todavía deben ser “implementables”, con los incentivos
positivos y negativos necesarios para los diferentes actores. Que sean difíciles
es necesario pero no suficiente.
El mensaje
de esta primera parte es que los ODS no han sido diseñados de tal manera que
faciliten su implementación y la participación de las empresas. De hecho
tienen muchas incompatibilidades con el modus operandi empresarial. Pero
ello no obsta para que las empresas contribuyan.
¿Qué pueden/deben hacer las empresas
para contribuir, en la medida de lo posible, al logro, aunque sea parcial, de
los ODS?
Lo analizaremos en la segunda parte.
[1] Sobre
la posible contribución de las empresas al desarrollo sostenible ver mi
artículo Responsabilidad Social, Sostenibilidad y Desarrollo Sostenible: ¿Hasta
dónde llega la responsabilidad de las empresas?
[2] El
proceso de preparación de los ODM y ODS y el análisis de la no factibilidad de
estos últimos esta magistralmente descrito en el artículo de Charles Kenny, ¿Hemos perdido el rumbo? De los ODM a los ODS
[3] La
discusión de esto se sale del objetivo de este artículo. Recomendamos ver el estudio Sustainable Development Goals: Are
the Rich Countries Ready? de la Fundación Bertelsmann.
[4] Sobre
el artículo del Economist Jaime Silos de Forética,
escribió en Diario Responsable (¡Aleluya! Los ODS ya están entre nosotros) que:
“……por mucho respeto y admiración que tenemos a dicho periódico, en este caso,
no podemos estar menos de acuerdo.” Pero no justifica por qué.
[5] Ver
el informe de la Overseas Development Institue, ODI, un think tank sobre desarrollo del
Reino Unido Projecting progress: Reaching the SDGs by 2030.
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