China tiene que
hacer compatible el progreso económico con la salud de la población
Un documental realizado por una periodista de la televisión
china sobre las consecuencias del alto nivel de contaminación ambiental que
sufre su país se ha convertido en un enorme aldabonazo social que debería
llevar a las autoridades a actuar.
El eco que ha tenido muestra hasta qué punto la gente está sensibilizada por algo que se ha presentado a menudo como la cara inevitable del progreso, aunque no sea así: en apenas 48 horas, 100 millones de personas habían visto el reportaje en la página web en la que fue colgado. Un día más tarde, eran ya 156 millones, y había generado 280 millones de comentarios, en su gran mayoría criticando la política oficial y llamando a la acción.
El eco que ha tenido muestra hasta qué punto la gente está sensibilizada por algo que se ha presentado a menudo como la cara inevitable del progreso, aunque no sea así: en apenas 48 horas, 100 millones de personas habían visto el reportaje en la página web en la que fue colgado. Un día más tarde, eran ya 156 millones, y había generado 280 millones de comentarios, en su gran mayoría criticando la política oficial y llamando a la acción.
El documental identifica algunas de las causas de la
contaminación, entre ellas la dependencia del carbón como principal fuente
primaria de energía y la resistencia de las petroleras a mejorar la calidad de
las gasolinas, dato esencial en un país en el que el parque móvil crece de
forma espectacular. Pero no es solo un problema de estructura energética: en
China se incumplen sistemáticamente las normas que obligan a instalar filtros y
a tratar los residuos, para mantener la productividad, con los resultados
correspondientes en el aire y en el agua.
Afortunadamente, Internet ofrece un nivel de transparencia que
dificulta la ocultación de la realidad. En vísperas de una importante reunión
política en China, dedicada en parte a las cuestiones climáticas, la difusión
de este documental es una prueba de que cada vez resulta más complicado ignorar
situaciones que desencadenan graves daños respecto a la salud de la población.
La investigación científica ha dado pruebas abrumadoras sobre
los efectos de la contaminación. La Agencia Europea del Medio Ambiente, que
vela desde hace años por la calidad del aire, estima que en Europa se producen
cada año 430.000 muertes prematuras solo a causa de las partículas finas en
suspensión. Y la calidad del aire en China es infinitamente peor que la de
Europa.
En los dos últimos años, Pekín se ha comprometido a intensificar
las medidas de control ambiental, pero es insuficiente. No se trata solo de su
responsabilidad en el calentamiento global del planeta. El progreso económico
del país tiene que ser compatible con un nivel adecuado de protección a la
salud de la población.
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